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"¡Oh, sí! Tú me estuviste gritando como desquiciado". El rubio hizo un gesto vago con las manos, señalando el lugar en el que Izuku estaba parado cuando comenzó a gritar al cielo. "Te veías muy molesto, así que pensé en venir aquí y poner las cosas en orden".

Okey, Izuku nunca había lidiado con una persona loca y definitivamente ese no sería el día... Aún le faltaban dos años para graduarse. 

"Bueno, ajá... De-debo irme. Papá se molestará si llego tarde a casa".

Intentó rodear al chico para continuar su camino a toda carrera, pero el rubio lo tomo por la muñeca y lo giró de golpe.

"Ay, por favor... acabas de decir que solo son las nueve, además, ni siquiera tienes papá".

"sue... ¡SUELTAME! ¡ESTÁS LOCO!".

Como pudo se deshizo del agarre y corrió a toda marcha, ni siquiera miro atrás hasta asegurarse de estar en casa. Pero nada en el mundo podría haber preparado al chico de cabello verde para enfrentarse a lo que vería a continuación.

Porqué ahí, en la sala de su casa, sentado cómodamente en medio del pequeño sofá y con las piernas descansando sobre su mesita de centro, se encontraba el rubio extraño al que se había esforzado por dejar atrás.

El gritito agudo que escapó de su boca, combinado con el intento de salir por la puerta que acababa de cerrar, hicieron que el rubio en el sofá soltara una carcajada profunda al ver como Izuku chocaba contra la madera y caía al suelo.

•••

El greenette se despertó en su habitación con un profundo dolor de cabeza. Se sentó en la cama y miró al techo, mientras sus manos masajeaban los verdes risos.

"Parece que tuve un mal sueño". Las puntas de los dedos recorrieron sus sienes.  "Siento que me va a estallar el cerebro".

"Bueno, si estrellara mi cabeza contra una puerta de roble, también me sentiría como la mierda".

La cabeza de Izuku dió vueltas de nuevo, con miedo de mirar al lugar del cual provenía aquella voz ronca.

"Vamos Deku, sabía que eras tonto, pero no pensé que serías tan idiota como para intentar salir por una puerta que tú mismo acabas de cerrar".

Y eso fue todo, Izuku volteó lentamente y dejó escapar un grito de pánico al encontrarlo ahí, sentado en el puff que se hallaba en una esquina de la habitación.

"¡¿QUIÉN ERES?! ¡¿CO...CÓMO ENTRASTE A MI CASA?!". El greenette salto de la cama, tomando lo primero que encontró para usarlo como arma. "¡LARGO! ¡LLAMARÉ A LA POLICÍA SI NO TE MARCHAS AHORA MISMO!".

El rubio se echó a reír.

Normalmente no se reía seguido, pero Izuku era todo un caso.
Primero se golpea la cabeza contra la puerta y ahora intenta amenazarlo con una figura de acción. Parecía un ratón asustado, o tal vez... un conejo. No estaba seguro pero se veía lindo y gracioso.

"Ay, por el amor a Zeus, baja eso. Si lo rompes, llorarás por un año". El chico más alto seguía sentado como si estuviese en su propia casa. "Ya te lo dije Deku, solo quiero hablar. No me gusta que estés molesto conmigo".

"¡¿DE QUÉ DIABLOS ESTÁS HABLANDO?!". Se aferró más fuerte a la figura de All Might en su mano. No quería admitirlo, pero el loco tenía razón; esa figura era invaluable. "NI SIQUIERA TE CONOZCO... ¡FUERA DE MI CASA!".

"Solo usa la cabeza, Izuku".

El rubio finalmente se puso de pie y camino alrededor de la cama, quedando en el mismo lado de la habitación, pero Izuku corrió sobre ella y saltó para estar de nuevo en el lado opuesto al chico más alto.

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