• 14.

419 79 40
                                    

El día anterior había sido hermoso, definitivamente.

Katsuki había podido acercarse a Izuku de una forma en la que no se le había permitido antes.

El greenette incluso le acarició el cabello mientras Katsuki le contaba como era viajar de un lado al otro con solo mover las alas. El rubio estaría mintiendo si no admitiese que se sintió como en las nubes durante todo ese tiempo.

Las caricias de Izuku eran suaves, casi protectoras, y Katsuki no quería tener que apartarse nunca.

Pero el estómago de Izuku gruñía bajito y fue cuando el rubio cayó en cuenta de que en realidad no había comido nada en todo el día. Esta vez Katsuki estaba decidido a hacer las cosas bien, no podía permitir que volvieran a perder el sentido de la realidad, como la primera vez.

Antes de ir a la cocina paso por el baño, su cabello estaba más largo de lo que recordaba, si se descuidaba incluso podría alcanzar el largo que adquiere en su forma de dios... Una colita podría resolverlo, pero en vista de que no encontró ninguna, las diademas de Izuku parecían una buena opción. Y cuando se miro al espejo se sintió estúpido, y eso era perfecto porque estaba seguro de que Izuku lo amaría.

Izuku amaba cuando Katsuki hacía cualquier cosa que lo hiciera ver tonto.

Mientras preparaba el cerdo para el katsudon, pensó que tal vez a Izuku le gustaría hacer algo especial, y realmente quería demostrarle que estaba feliz de complacerlo en cualquier cosa que el greenette quisiese.

Eso lo llevo a pensar en la inauguración de una nueva tienda de cómics de la que escuchó hablar hace unos días mientras trabajaba, y estaba seguro de que Izuku enloquecería con la idea.

Pensó en los detalles tan a fondo que ni siquiera se dio cuenta de que preparo la cena en modo automático, y cuando estuvo listo para emplatar, llamo a Izuku a comer.

El greenette estaba extraño, sus ojos estaban brillando con un pequeño rastro de lágrimas y su nariz estaba solo un poco roja. Tal vez Katsuki se había equivocado al contarle, pero el rubio no se arrepentia. Era un secreto que, al menos en parte, ya no quería guardar.

Y decimos en parte porque Katsuki realmente no dijo quien era el chico de la historia, pero es que el rubio no quería que Izuku se sintiera abrumado.

¿Cómo le dices a alguien 'oye, soy el amor de tu antigua vida y tú has sido el amor de la mía por casi seiscientos años', sin sonar como un completo demente? Bueno, ya había sonado como un demente antes, ese ni siquiera era el problema. Pero no quería que Izuku pensará que quería persuadirlo o presionarlo.

Katsuki se había dicho a sí mismo que si una vez pudo enamorarlo,  podría hacerlo de nuevo, y lo haría las veces que fuera necesario.

Sin las cadenas de la culpa atando sus tobillos, Katsuki era libre de moverse a su gusto y hacer todo para que Izuku se diera cuenta de lo mucho que Katsuki lo amaba.

Y mientras veía al chico de cabello verde llenar sus pecosas mejillas con cerdo empanizado, decidió que nunca más volvería a apartarse de él.







Pero el día siguiente fue una completa tortura.

Como todas las tardes, luego de la universidad, Katsuki se encontró acompañando a Izuku hasta la puerta de la librería.

Y durante todo el camino, el rubio no había podido concentrarse en algo que no fuese el trasero de Izuku.

El greenette estaba usando leggins... leggins azules y muy ajustados bajo una sudadera con capucha decorada con el logo de All Might.

»--Eros-->Donde viven las historias. Descúbrelo ahora