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Narrador omnisciente

Los días pasaron y los dos chicos seguian con su vida pero con muy pocas ganas de seguirla, tanto Leandro como Paulo estaban tristes y rotos. Leandro había intentado enviarle mensajes por todos lados a Paulo pero lo había bloqueado de lo insistente que se había puesto, y se terminó rindiendo de poder darle una explicación.

El Paulo sonriente y con con buena onda ya no estaba, iba y volvía de todos lados con una gran tristeza y sin ánimos. Todos se daban cuenta de eso tanto en el trabajo como en la universidad, los primeros días Paulo se ponía a llorar en medio de la clase y se tenía que ir al baño y no podía prestar la suficiente atención a las primeras clases que tenía a la mañana. Por suerte Pablo había tenido una charla con él diciéndole que entendía la situación y que le iba a dar tiempo para que recupere sus clases perdidas, que si necesitaba ayuda le diga y no tenía problema en ayudarlo en lo que sea.

Mientras en el trabajo Alexis su jefe al ver en la situación que se encontraba le dió unos días para acomodar su mente, porque estando así no podía atender tanto a los clientes como a los gatitos.
Julián por su lado intentaba siempre estar con su amigo, sabía que ahora estaba muy vulnerable y lo necesitaba más que nunca. Verlo llorar y sufrir de esa manera le daban ganas de matar a Leandro y tirarlo al Riachuelo.
Este tiempo se estaba quedando en lo de Paulo para no dejarlo solo y eso a la vez al de ojos claros lo hacía sentir culpable, porque por él su amigo estaba dejando de lado su relación que tanto le costó conseguir.

- Juli ya pasó un semana, ya te podés ir si querés yo voy a estar bien. Hace tiempo que no te ves con Enzo y hace nada se pusieron de novios, siento como si fuera un estorbo y no quiero irrumpir en tu relación por mis problemas- Dijo Paulo mientras se limpiaba la nariz con una servilleta acostado en el sillón.

- Nunca más en tu vida digas que sos un estorbo para mí, sos mi mejor amigo Pau y estás pasando por un mal momento ¿Cómo pensas que te voy a dejar solo? Enzo comprende porque estoy acá, no te preocupes por eso. Hasta me dijo que espera puedas mejorar y me tome el tiempo que crea necesario para estar con vos. Nos vemos cuando él va allá a la veterinaria y me doy mis escapadas así que no te preocupes por nosotros.
Y no estás bien, seguís llorando y teniendo pesadillas. Ya no sos el mismo Paulo de antes, te miro y hasta siento que tu mirada se apagó. Pero ya vas a ver qué todo va a pasar y conmigo acá vas a poder seguir siendo aquel chico sonriente y feliz que conozco, te quiero mucho y te voy a acompañar en lo que sea sin importar nada.- Se sentó en el sillón con él y le dió un fuerte abrazo, Paulo volvió a llorar.

- Prometes que vos no me vas a dejar?.

- Eso jamás, somos amigos para siempre y nunca te voy a dejar. Vamos a estar juntos hasta que seamos dos pasas de uva y estemos en sillas de ruedas rodeados de gatitos ¿Te gusta la idea?- Se separaron del abrazo y Julián le dedicó una sonrisa, mientras él siguió limpiándose las lágrimas y la nariz con las servilletas.

- Si me gusta, muchas gracias por estar conmigo Juli yo también te quiero mucho.

- Tranki Pau, ya vas a sanar ahora sonreí un poco, hace mucho que no te veo una sonrisa hasta tus hijos extrañan eso ¿No nenes?.- Paulo sonrió y sus mascotas se acercaron a él y comenzaron a acariciarlo, ellos no tenían conciencia pero parecía que como si supieran que su dueño estaba mal y no lo dejaban ni un minuto solo. Roni puso su pata arriba de él y lo miró como si le estuviera haciendo puchero.

- Los amo mis amores a ustedes también les agradezco por estar conmigo, todos ustedes son lo más lindo de mi vida- Paulo intentó hacer una abrazo con su amigo y sus mascotas, estaban algo apretados pero lo consiguió.

La vida de Leandro tampoco era diferente a la de Paulo, si antes ya estaba cansado de su trabajo ahora era peor. Muchos lo conocían con que no tenía mucha cara de simpático pero ahora la cara era más de tristeza y cansancio, tenía ojeras muy notorias y la cara hinchada. Apenas cuando llegaba se metía al colectivo y no decía ni los buenos días, regresaba a su casa saludaba, comía y se iba a dormir. Myriam le daba pena ver a su hijo tan deprimido, ahora apenas le hablaba y salía de su habitación cuando llegaba, agradecía que al menos sus amigos lo iban a ver. Cuando Rodrigo les contó a los demás de la situación no dudaron en acudir a la ayuda de su amigo y como podían se quedaban todos a dormir en la habitación de Leandro, intentaban animarlo y algunas veces lo lograban pero aún así el dolor que sentía no sanaba.

♡Linea 47♡-Paredes x Dybala AU !RESUBIDA!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora