Cuando Maria se fue necesitaba algo con lo que pasar el tiempo puesto que aquí no había mucho que hacer. Bajé a visitar a algunos chicos que había conocido la otra vez que había estado en el centro. Sara, la enfermera encargada de la sección de admisión y de gestión de los espacios. Cuando te cambiaban de habitación ella te venía gratamente y te decía por ejemplo "tienes que traspasarte a la habitación 305, tu cama se ha quejado de que das muchas vueltas". Sabía tratar con niños y con los adolescentes que alli estábamos, a diferencia que muchos de los médicos que había allí. Me dijo que Ruben aun seguía allí. Ruben era un chico muy culto y reservado. En su habitación tenía pilas de libros que ojeaba a diario, yo no sabía por que razón estaba aquí, pero supuse que sería por la misma razón que yo, debido a la medicación que tomaba que era igual a la mía.
Llegué a su habitación y pareció alegrarse de verme, me dijo que estaba un poco ocupado que en otro momento intercambiariamos historias. Yo le pedí si me dejaría uno de sus libros para pasar el tiempo. El sacó de un libro de Agatha Christie que se llamaba "Asesinato en el Orient Exprés". Sabía perfectamente que era mi autora favorita.
-Ahí tienes, fenómeno, y ahora te agradecería que me dejaras solo, necesito acabar unas cosas que tengo sesión con el doctor Eduardo.
-Venga, tío, en cuanto lo termine te lo bajo.
Subí exaltado por la emoción de empezar un libro nuevo. Llegué a la habitación, abrí el libro y vi un sobre que ponía: "a la atención del lector" lo achaqué a que había sido del círculo de lectores y después se lo bajaría. Tras media hora leyendo llevaba diez capítulos. Por hoy ya basta. Bajé a llevarle el libro a Ruben y para mi sorpresa la Señora Cáceres estaba en su planta.
-¿A donde va, Eloy?
-Tengo que llevarle una cosa a Ruben. - contesté algo cohibido por la situación de estar hablando con una superiora.
Su cara cambió de repente y se puso aun más blanca de como estaba.
-Regresa a tu habitación
-¿Porque?
-Ruben ha muerto, se ha suicidado.
