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Mauro Román Monzón y Tiago Uriel Pacheco son chicos que tuvieron una vida muy similar. Y gracias al destino, corrieron con la suerte de cruzarse cuando eran unos niños de tan solo 3 añitos.

Y no fue casualidad.

Resulta que viven en el mismo barrio privado, a literalmente treinta pasos de distancia.

Ahora, a sus 20 años, son estudiantes de marketing. Sus madres le pagan la mejor facultad de la ciudad, y ambos se aprovechan -de buena manera- que ellas son algo así como millonarias y continúan viviendo en la casa donde nacieron.

Tiago y Mauro son los mejores amigos del mundo. Se quieren demasiado, aunque se traten como hermanos odiosos.

Aunque… parece que Mauro está teniendo una leve confusión en cuanto a sus sentimientos hacia Tiago. De todas formas, los evita a toda costa.

El más alto, (O sea Tiago) se encontraba en la piscina de su casa, dando vueltas y refrescandose.

—Daale Mau, metete, aburrido.— Le dijo a su amigo, quién estaba sentado en el borde de la piscina, solo con sus pies en el agua.

—No tengo ganas Tiago.— Dijo con su mirada sería. Tiago estaba muy acostumbrado.

—Uuh, que cara de culito.— Rió y se acercó a Mauro.

—¿Todavía te parece raro que tenga cara de culo? ¿En serio?

Tiago rió.

—No rey, para nada.— Dirigió sus manos hacia los tobillos de su amigo, para arremangar el pantalón que llevaba puesto y que así no se mojara con el agua de la pileta. —Igual podría agarrarte del pie y tirarte al agua en cualquier momento.

—Y si haces eso, yo podría cagarte a tiros en cualquier momento.

—Que amoroso.

—Sí. Bueno, me voy a la sombra.— Se puso de pie y caminó en dirección contraria de la pileta, hacia una galería bajo techo que había al lado de la puerta de entrada y salida del patio.

—¡Amargo!— Gritó Tiago para después soltar una risita y seguir tomando sol desde la pileta.

Mauro solo lo ignoró y tomó asiento en un sillón individual. Desde lejos observó a su amigo ser calcinado por el sol.

Minutos después, el más alto salió de la piscina y tomó una toalla que había cerca y comenzó a pasarla por su cuerpo empapado.

Monzón lo miró de cierta forma interesada, aunque inmediatamente se obligó a dejar de hacerlo. Negó y su vista se posó en la pantalla de su celular. Aunque su mente seguía en aquella imagen llamativa de su amigo en traje de baño. Pero era totalmente estúpido, o sea, Mauro lo vió millones y millones de veces de esa forma, ¿Por qué ahora es diferente?

Bueno, a él ni siquiera le importa saber la razón.

Pero… ¿Por qué volvió a verlo? Volvió a mirarlo de igual forma, definitivamente no pudo contenerse.

—¡A preparar la mesa!— Una voz femenina lo hizo sobresaltarse.

—¡Ay! ¡Mamá! ¿¡Cómo mierda vas a aparecer así!?— Dijo exaltado y nervioso.

Fernanda, la mamá de Mauro, soltó una risa.

—Perdón mi amor, dale vamos a preparar la mesa.— Giró su vista. —¡Tiaguito! Vamos amor, ya casi está la comida.

Tiago asintió y caminó hasta ellos. Mauro no pudo hacer otra cosa que morir de los nervios por tener a Tiago semidesnudo tan cerca.

La mamá entró a la casa.

"Como de telenovela" | «Litiago»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora