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A la mañana siguiente, la pareja desayunaba en casa de Tiago como era costumbre.

Ambos estaban bastante… acaramelados por haberse reconciliado. Bastante.

Por supuesto la reconciliación no fueron unas simples palabritas.

—¿Tiago no pensaste en hacerte otro corte?— Propuso Mónica.

Mauro giró muy rápido su cuello para verla al oír esa pregunta.

«Uy»

—¿Qué dijiste?

—Digo… porque… para cambiar un poco.

—Mamá te cobraste una muerte segura por decir eso.— Dijo Tiago, conociendo perfectamente a su novio.

—¡Tiago no se va a cambiar nada!

Las mujeres y el morocho se asustaron con el grito.

—Ay amor no grites. Aparte es una decisión de Tiago, no tuya.— Dijo Fernanda.

—¡No!

—No me voy a cambiar nada, Moni. ¿Me queda mal?— Habló el más alto.

—NO MI AMOR TE QUEDA HERMOSO.— Dijo Mau, abrazando su cabeza. —TE QUEDA PRECIOSO JAMÁS TE LO CAMBIES.— Le dejó pequeños besitos en su pelo.

Los otros tres rieron tiernamente.

—Gracias bebé.— Agradeció Tiago. Le sonrió y posó sus labios para recibir un pico, y eso hizo el rubio. —Te amo.

—YO MAAAAAAS— Le dió más besitos en los labios.

—¿Qué les pasa?— Dijo Fer. —Andan muy melosos. Mauro no es tierno ni a gancho.

El nombrado la miró sin dejar de abrazar a su novio.

—No pasa nada. ¿No puedo decirle lo lindo que es? Es hermoso, es precioso, es perfecto, es lindo, es bueno, está bueno, es-

—Ya entendimos.— Interrumpió Mónica. —Fer pregunta porque no suelen ser tan mimosos. O por lo menos estando con nosotras.

—Porque… pasaron cosas.— Dijo Tiago.

—JAJAJA PASARON COOOOOOSAS.— Agregó Mauro riendo. Se sentó en su lugar al lado de Tiago.

«Pesado»

Ellas fruncieron el ceño.

—¿Cada vez que cojan vamos a tener que aguantarlos?— Preguntó Mónica.

—¡Ay amor! No seas guaranga.— Dijo Fernanda.

Mauro y Tiago sonrieron y se miraron.

—AAWWWW LE DIJO AMOOOOR— Dijeron a la vez.

Las mujeres se pusieron serias.

—QUE TIEEEERNAS— Dijo Mauro sonriendo. —Me muero. Amor, ¿Me decís amor?

—¿Qué amor?

—AAAAY SIII TE AMO PUTOOO— Lo abrazó.

Tiago rió.

—Son insoportables.— Dijo Fernanda.

—Están insoportables.— Acotó Moni.

—Me agradaban más cuando estaban peleados.— Dijo la madre del rubio, con su brazo en la espalda alta de la otra mujer.

—¡Ay no hables de eso!— Exclamó Mauro, parando con los repetidos besos que le estaba dando al morocho. —Fue feo fue horrible fue catastrófico.

—Estuvieron menos de veinticuatro horas peleados.

—Es un montón igual, callate.

Mónica hizo un sonido ahogado, colocó su mano en su pecho y fingió estar ofendida.

—¿Así tratas a tu suegra, malparido?

Mauro le sacó la lengua.

Ahora las dos mujeres hicieron ese gesto de sorpresa.

—¡Encima también soy tu madre!— Agregó.

—¿Eh?— Dijeron a la vez los chicos.

—¡Sí!

—¿No se dieron cuenta de que si Moni y yo nos casamos ustedes serían hermanastros?— Dijo Fernanda.

Los futuros hermanastros se miraron.

—¿Por qué no un poco de incesto?

—¡MAURO!

El nombrado rió travieso.

—¿Los hermanastros se pueden casar?— Preguntó de la nada el morocho.

Los demás lo miraron.

—¿Cómo?— Dijo Mauro, frunciendo el ceño.

—No sé si nos vamos a casar, igual. Estamos muy viejas…— Dijo Mónica.

—¿Vos te querés casar, Tiago?— Preguntó con cierto miedo el rubio.

—Sí mi amor. Más adelante… pero estaría piola, ¿No? Alto fla. Vos y yo casados.— Sonrió.

Mauro sonrió mirándolo a los ojos.

—¿Dos personas del mismo sexo se pueden casar?— Preguntó.

—Ay sí, Mau.— Respondió su madre. —Por civil sí.

—Ah… ¿Por iglesia no?

Tiago bajó la mirada.

—No sabemos mucho amor…— Respondió Moni.

Se había formado un silencio incómodo.

Ni siquiera tenía sentido, pero bueno.

Por suerte, Mónica lo rompió. O por desgracia.

—Che… ¿Ustedes se cuidan?

Ambos fruncieron el ceño.

—¿Cómo?— Preguntó Tiago.

—Claro, es que… Bueno, de vos Maurito la verdad que ni se me pasa por la cabeza porque sos un santito caído del cielo, pero… de vos Tiago… estuviste… de acá para allá una gran parte de tu vida y… y tranquilamente podrías tener una enfermedad y no quiero que se la pases a Mauro.

—¿¡Qué decís!?— Exclamó el morocho. —¿¡Me estás jodiendo Mónica!?

—No amor.

Tiago se dió cuenta de que ella estaba hablando muy en serio.

—¿¡Sos joda!? ¡No tengo nada!

—No estoy muy segura, Tiaguito. ¿Por qué no te haces un exámen? Así te quedas tranquilo. Y bueno Maurito también.

—¿¡Tan tarado te pensas que soy, mamá!? ¡No tengo ninguna enfermedad! Toda la vida me cuidé y no pienso dejar de hacerlo, ¿¡Te estás escuchando Mónica!?

—Sí. Tiago… por el bien tuyo y de Mauro… hacete ver por un médico… por si las dudas.

—¡No! No soy tan irresponsable, ¡Por dios!. ¡Tengo veinte años!, no necesito que me digas qué hacer.

—¿¡No te importa poder contagiar a Mauro!?

—¡No lo voy a contagiar de nada porque no tengo nada!

—Moni… dejalo… él tiene razón.— Habló Fer en tono bajo.

—Obvio que tengo razón. Dios.













🙄🙄

"Como de telenovela" | «Litiago»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora