42

270 27 12
                                    

Fernanda entraba a su hogar luego de trabajar como cualquier otro día su vida.

Lo que hizo el momento diferente a cualquier día, fue ver a Mauro, su hijo, corriendo con una escoba en su mano a su hijo del corazón, Tiago.

—P-pará amor.—Decía el morocho entre risas, intentando esquivar al rubio.

—¡Callate!— Dijo el otro persiguiéndolo.

—¿Perdón? ¿Qué significa ésto?— Dijo ella con el ceño bastante fruncido.

Ambos la miraron.

—¡Me quiere pegar un escobazo!—Exclamó Tiago señalando al de la escoba.

—¡Te lo mereces!

—Ay, hijo, ¿Por qué tanta violencia? ¿Qué pasó? — Se acercó dejando su cartera en el sillón.

—¡Se comió todas las medialunas!— Gritó Mauro levantando la escoba.

—Mauro, madurá.— Dijo su madre. —Bajá el arma y sean personas normales.— Se sentó en el sillón.

—Yo soy normal pero Mauro no entiende que vine con hambre— Dijo Tiago alejándose disimuladamente de su novio.

—¡Comete ésta sí tenés hambre! ¡Pero mis medialunas NO!

—Ay hijo por favor no seas desubicado.

Tiago rió.

—Amor, calmate por favor. Bajá esa especie de arma y bajemos un cambio.

—¿¡Especie de arma!? ¡Esta especie de arma te va a romper la cabeza!— Corrió hacia el morocho y ésto causó que el otro también empiece a correr.

Tiago no podía parar de reír mientras corría por toda la casa. Subió las escaleras y se metió en la pieza, pero ya no había más lugar para escapar.

—No, no, no, no, por favor.— Dijo subiéndose a la cama y poniéndose de pie en ésta para alejarse lo más posible de Mauro.

—Te voy a matar.— Dijo acercándose lentamente.

—P-por favor amor me da a doler mucho un escobazo, si querés pegame pero la escoba no…— Dijo cubriendo su cabeza.

—¡Si te pego no tiene sentido porque no tengo fuerza!

—¡Pero la escoba me da miedo me da mucho miedo! Por favor.

Mauro rodó los ojos y después de bufar, finalmente bajó el arma blanca.

—Nunca más me amenaces con esa cosa, ¿Vos querés que yo me muera de un infarto?— Dijo el morocho agarrándose el pecho y respirando profundamente.

—No, quiero que te mueras de un escobazo.

—¡Qué malo! No fue para tanto gil… una medialunita comí no más…

Mauro volvió su gesto mucho más serio que antes.

—¿¡Una medialunita!? ¡Te comiste la media docena!

Tiago soltó una risa. —B-bueno pero… pero tenía hambre… aparte las compré yo…

—¡Sí! ¡Pero dijiste que eran para mí!— Protestó.

—Yo no dije eso. Yo dije "Traje medialunas", no dije "TE traje medialunas". No nos confundamos.

—¡Gracias sos un novio divino sabés!— Tiró la escoba al piso y caminó enojado hasta meterse en el baño.

—¡Ni siquiera estaban ricas!— Gritó Tiago jodiendo y rió.

—AH ENTONCES MI PIJA TAMPOCO ES RICA, ¿POR ESO TE LA COMES ENTERA, NO?—Gritó desde el baño.

"Como de telenovela" | «Litiago»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora