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—No sé si es mi mente pelotuda, pero siento que Valen está cada vez más lindo.— Dijo en un tono bajo Soledad.

Mauro la miró, dejando de escribir en su hoja.

—Tampoco que sos una loca, o sea, feo no es.

—No… Ey… ¿Dijiste que te parece lindo?

Mauro Levantó las cejas.

—No. Dije que no es feo porque es la verdad. Pero no dije que es lindo. Yo no dije eso.

—Mmmm… aceptalo… es lindo… es muy lindo.

Mauro recordó la cara de ese chico.

—Si te soy sincero, desde hace un tiempo que la única persona que me parece linda de verdad, es Tiago.— Dijo volviendo a escribir. —Es al único que veo de esa forma.

Ella sonrió.

—Que fiel y aburrido.

Mauro rió.

—¿Desde cuándo ser fiel es malo?

—Te estoy jodiendo, tarado.

Luego de una pausa, Sol volvió a hablar.

—Yo digo… ahora que él está más tranquilo… y creo que no hay taaanto odio entre ustedes… ¿Decís que le hable?

Mauro levantó la mirada hacia ella.

—No, esperá a que él te hable. Y si eso pasa, que estoy seguro, no te emociones tan rápido, tené carpa y primero sean amigos, después ven.

—Es buena esa pero… ¿Cómo sabés que me va a hablar? Para él soy un bicho raro.

—Sigo sin entender porqué te gusta. Pero no importa… él te va a hablar, vos quedate tranquila, Sol.

Ella asintió, quedando pensativa por un buen rato. Finalmente, dejó que el enamorado de su amigo vaya con su chico y ella se dirigió a los baños en el horario de recreo.

Pero alguien la frenó en el camino.

—Solecita…

Ella frunció el ceño.

—Ay, ¿Tan feo soy?

—Eh… no, o sea… ¿qué…?

—Quería hablar con vos, Sol. ¿Vamos a un salón? Acá hay como mucha gente.

Ella asintió un poco dudosa. Realmente que Valentino se le acerque era imposible.

Él la dejó pasar y luego se sentó en un banco.

—¿Qué… de qué querías hablar?

—Si… yo… te quería… pedir perdón.

Soledad frunció el ceño y se acercó a él, estando de brazos cruzados.

—¿Perdón? ¿Y por qué?

—Eeeeh… porque… Te dije rarita(?

Ella rió.

—No es algo que me afecte, tranqui. Yo creo que no hay demasiados motivos para que tengas que disculparte, Valen… tino.

—Bueno pero… soy re malo con vos… no te doy ni bola y… y no me molesté nunca en conocerte. Te juro que de pedo sé tu nombre, y no estoy conforme con eso. Quiero conocerte.

Sol sonrió.

—Bueno…

—Mmm… ¿Yo te caigo bien o mal?

Soledad, con una sonrisa, se sentó en el banco que estaba al lado del castaño.

—No, obviamente que las cosas que le hiciste a Maurito me molestaron, pero… no me caes mal. Él me dijo que las cosas cambiaron y que ya no hay porqué tener tanto odio.

"Como de telenovela" | «Litiago»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora