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Me dirijo a la puerta de mi casa, meto la mano en el bolsillo y no encuentro las llaves. Mi madre no está en casa y yo me he olviado las malditas llaves.
Entonces me acuerdo de que, mi madre y mi padre solían dejarme una llave escondida en el jardín para mis días de despite. Cojo las llaves y entro en casa. Cierro la puerta por dentro y me tumbo en el sofá, estoy bastante cansada y no tengo intención de comer.
Suena un mensaje en mi móvil, lo abro y comienzo a leerlo:
"Hola cielo, estamos bien, pero tenemos algunos problemas con el trabajo, y tenemos que hacer un viaje, será pequeño, te lo prometo. Hay dinero guardado en el cajón del salón y me ha dicho la señora Kan, la vecina que está para lo que necesites. Esperamos estar el día de tu cumpleaños y si necesitas cualquier cosa llamanos. Te queremos, papá y mamá"
No respondo. Apago el móvil con la conversación abierta y tengo un nudo en el estómago, definitivamente paso de comer.
Me quedo mirando mi alrededor, no me encuentro bien. Por sorpresa veo una foto de mi hermano mayor. Como lo echo de menos. Se fue a New York el año pasado y no he vuelto a saber nada de él. A pesar de que nos lleváramos fatal siempre me hacía sentir emotiva.

Las cuerdas atanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora