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Despierto en el salón y no veo a Mark por ningún sitio. Me duele la cabeza por culpa de la resaca y no me acuerdo de lo que paso ayer, sólo recuerdo que fue una noche estúpenda al lado de Mark y que me quede dormida en su pecho, escuchando su corazón. Hacía tiempo que una persona no me hacía sentirme tan viva. Me levanto y me dirigo a la cocina a coger un ibúprofeno. Conforme camino, me llega un buen olor a desayuno a américano y cuando llego a la cocina, me encuentro a Mark, sin camiseta, cocinando con un delantal de corazones y tengo que decir que está más sexy que nunca. Me quedo un buen rato observandole hasta que se da cuenta de que le estoy espiando.
- ¿Cuánto tiempo llevas espíandome, Lusi?
- Un buen rato, Marki y me echo a reír.
Me lo pase también ayer, Mark y yo nos estuvimos poniéndo motes absurdos para picarnos.
- Tienes aquí tu desayuno, pequeña princesa.
Y rápidamente e incoscientemente le abrazo.
- Gracias por hacerme el desayuno y le lanzó una sonrisa.
Tras un desayuno de risas Mark se marcha. Pasan las horas y me vuelvo a sentir vacía pero sonrío al recordar lo buenos momentos que he pasado con Mark.
Me parece un chico bastante interesante pero el ya tiene a su estúpida chica.
Mark es como una cuerda que me ata a él y la verdad me encanta esa sensación.

Las cuerdas atanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora