Paola
Son las diez de la mañana, me encuentro en mi oficina, tenía la leve esperanza de poder hablar hoy con Mauricio. Anoche no pude dormir dándole vueltas al asunto y me di cuenta de que, si estuvo insistiendo en comunicarse conmigo hasta tan tarde, cabía la posibilidad, de que quisiera aclarar las cosas, o quizás darme el beneficio de la duda.Si soy sincera no me atreví a tomar sus llamadas, porque supuse, que lo que buscaba, era reclamarme por mi supuesto engaño, sin embargo, a la luz de un nuevo día quise pensar en la posibilidad de que quisiera arreglar las cosas conmigo, disculparse y seguir adelante. Pero nada más fuera de la realidad, me acabo de enterar de que se fue. Y no es coincidencia, sus compañeros con los que llegó, todos siguen aquí, solo él y su asistente se marcharon.
Las lágrimas pugnan por salir de mis ojos, pero las contengo, no puedo permitirme ser débil.
Reconozco que me dejé llevar por su arrolladora personalidad, por sus modales, por sus atenciones y no se diga por su físico, un hombre sumamente atractivo, sin contar con su capacidad de liderazgo, que le da un aire de superioridad. Sin duda el sueño de cualquier mujer, y, aun así, me atreví a evitarlo cuándo hizo su primer intento de acercamiento, es algo que todavía no entiendo. Aquí hay cientos de empleados, más del cincuenta por ciento somos mujeres y me atrevo a asegurar que todas estaban que morían por él, muchas lo hacían en silencio, otras abiertamente y las más atrevidas se le declararon de plano, pero él se fijó en mí, me hizo creer que le importaba de verdad y yo a pesar de mi renuencia, a causa de mi experiencia con Enrique, que me engañó con otras y porque sabía que pasaría lo que finalmente pasó, le creí. Me atreví a soñar y desperté muy rápido.
Ahora estoy aquí, conteniendo mi dolor, recriminándome por haber caído de nuevo, cuando me había prometido ya no hacerlo, pero ¿cómo resistirme a alguien como Mauricio? reconozco que no fue nada convencional y de a poco, se fue ganando primero, mi confianza y luego, mi tonto corazón.
Era lógico que algo que comenzó así, tan rápido, tan de la nada, tendría que terminar igual de rápido y también, tan de la nada. Hacía solo dos meses que él se encontraba aquí y nuestra relación tenía un mes de haber comenzado, demasiado rápido para caer rendida a sus pies y totalmente enamorada.
Recuerdo cómo nuestras miradas se encontraron desde el momento en el que el grupo de diez personas nos fueron presentadas, nos explicaron quiénes eran y por qué estaban en la empresa y nos pidieron colaborar con ellos en todo lo que nos pidieran. Durante la siguiente semana no lo volví a ver, colaboré con algunos de sus compañeros, y a otros al igual que a él, tampoco los volví a ver, hasta tiempo después.
Desde el principio se nos informó que estarían entre nosotros, de dos a tres meses, así que cuando todo empezó, yo ya sabía que, surgiera lo que surgiera entre nosotros, tenía fecha de caducidad, solo que terminó mucho antes de que llegáramos a más, y no es que yo me resistiera, fue que simplemente el me dio mi tiempo y mi espacio, y eso me agradó, por primera vez sentí que alguien me tomaba en serio y que no iba por mi pretendiendo solo un revolcón y nada más, el mostraba respeto por mí.
Y no era que yo fuese de cama en cama, de hecho el único hombre en mi vida había sido Enrique, luego de él hubo cuatro intentos que al igual que Mauricio nunca llegaron a más, pero no porque me respetaran, sino porque le creyeron a mi ex, y aún de no haber intervenido él, yo no hubiera permitido que avanzaran más, primero porque ya no era la misma tonta de antes, y no iba a pasar más allá, si no estaba segura de que la relación iba en serio y con matrimonio de por medio y segundo porque con dos de ellos desde el principio se vio claro que solo buscaban un momento de diversión y yo no estaba dispuesta dárselos, así que, di gracias cuando se fueron aunque, eso no quitó que me sintiera herida ante su actitud hacia mí.
Alan, era el nombre del primero, decía quererme, incluso hablamos de un futuro en común, llegamos a hacer planes juntos, pero en cuanto Enrique apareció en escena, con su tonta actuación, él no dudó ni una palabra de lo que dijo, luego arremetió contra mí, indignado y ofendido, traté de razonar con él, pero se negó.
_ Me decepcionas, jamás te creí capaz de algo como esto. - me gritó, aun cuando nos encontrábamos en un restaurante.
_ ¡No le vas a creer! ¿o sí? - intenté hacerlo entrar en razón.
_ ¿Lo conoces? - fue su respuesta.
_ ¡Sí! - tuve que admitir.
_ ¿Te acostaste con él? - su mirada suplicaba que le dijera que no.
_ ¡Sí! - dije. Era algo que no podía negar.
_ ¡Me mentiste! - vi la desilusión en su rostro.
_ ¡Era mi pareja! - me justifiqué.
_ ¡Eres una cualquiera! - sentí su mano estrellarse en mi mejilla. No lo esperaba, pero él estaba fuera de sí, ni siquiera sé, porqué después de eso, me quedé y todavía intenté justificarme.
_. ¡Te lo conté! - lo miré con las lágrimas a punto de escapar de mis ojos. Enrique solo miraba satisfecho su obra. _ te comenté que acababa de salir de una relación.
_ ¡Tener una relación, no significa revolcarse y menos si no están casados! - casi escupió las palabras. _ ¡Eres una cualquiera! - volvió a repetir. En ese momento supe que ese hombre no era para mí y no valía la pena, tomé mi cartera y sin mirar atrás salí del lugar, sentía el silencio abrumador, todos habían estado atentos a nuestra discusión y la vergüenza me invadió. Salí con la frente en alto, tras la mirada desconcertada de dos idiotas que no esperaban que los dejara ahí, pensaban que seguiría suplicando, la verdad es, que no sé ni porque lo hice al principio, desde que vi su primera reacción debí de haber salido, pero no lo hice, sabía que los demás comensales también me miraban, quizás, unos reprobándome y otros dándome la razón, no lo sé, porque no quise mirar atrás. Ese fue el final de nuestra historia. Cortó toda comunicación conmigo y yo por supuesto no lo busqué más. De vez en cuando he recibido mensajes de él, pero ni siquiera los abro no me interesa lo que tenga que decirme, además quizás solo sea para insultarme más, o para restregarme que él ha continuado con su vida, supe que se iba a casar, No sé si lo hizo o no, bien por él. Sabía que era un hombre conservador, pero si buscó a una mujer, que venía de otra relación, no sé qué esperaba de mí. pero ya está fuera de mi vida y muy lejos de mí, en mi ciudad natal.
Después de él, fue Stefan, él fue uno de los dos que tenía mucha prisa por seducirme, realmente le interesaba, pero solo para divertirse un rato, cuando Enrique hizo su aparición, yo ya tenía mis dudas y no pretendía seguir adelante, y sin duda la intromisión de mi ex, solo adelantó todo.
_ ¿De modo que no eres lo que pareces? - me miró como si acabará de descubrir una mina de oro.
_ Es mi ex pareja. - traté de aclarar las cosas. Te lo comenté. - después de lo que pasó anteriormente, quería dejar muy claro que ya había estado en una relación anterior.
_ Si. - dijo con calma y también recuerdo que dijiste que querías ir despacio, pero no me contaste todo lo que tenías escondido.
_ Él miente y si le vas a creer, es mejor que me vaya.
_ La que miente es ella. _ intervino el muy canalla de Enrique. _ dile amor, como nos divertíamos, no solo tú y yo. - insinuó que habíamos incluido a alguien más en nuestra relación íntima, lo que me escandalizó. _ eso es algo que no puedes olvidar cariño.
_ Eres una basura. - me levanté de mi lugar para salir. Estábamos sentados en la barra del restaurante bar esperando una mesa para sentarnos a comer y por supuesto la gente de alrededor ya estaba atenta a nuestra discusión y aunque ahora no hubo gritos ni peleas, los más cercanos no se perdían la acción. _ y si tú le crees quédate con él. - dije poniéndome de pie.
_ No te voy a dejar. - se puso también de pie. _ te llevo a tu casa.
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MÁS ALLÁ DE LA CONFIANZA
RomanceMiro horrorizada la escena, por supuesto, no fue sorpresa para mi, ocurriría lo que siempre pasaba, la diferencia era, que en esta ocación, me importaba más de lo que quería reconocer. _ ¡Hola colega! - saludó Enrique con efusividad, a mi acompañant...