CAPÍTULO 4 UN CABALLERO

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Paola
Por supuesto, él no se dio por vencido, porque, además, ahora estaba furioso conmigo.

Al día siguiente me reporté enferma, no deseaba encontrarme con él, pero no podía faltar para siempre, por fortuna, ya no se me acercó, pero empezó a reproducir, lo que mi ex le había contado sobre mí, y pronto todos los que me conocían se empezaron a alejar o a bajar la voz, cada vez que yo pasaba al lado de ellos.

Él ambiente se volvió tan tenso que opté por pedir mi cambio o de plano renunciar, fue así como llegué aquí y por estúpida volví a repetir el mismo patrón, con la diferencia de que los anteriores dolieron por un tiempo, pero ninguno rompió mi corazón, ni dolió tanto como estaba doliendo en este momento.

*****
Ha pasado una semana, estoy trabajando como autómata, nunca pensé sentirme así por una persona. Me esfuerzo por cumplir con mis obligaciones como siempre, nunca permitiré que mi trabajo deje algo que desear, siempre he sido muy responsable y cuidadosa y lo seguiré siendo, aunque yo me sienta por los suelos.

En este momento me encuentro en el baño de mujeres, necesitaba con urgencia refrescar mi cara, no me siento bien, será porque no he dormido bien. Me siento un momento en la pequeña sala de espera del baño, sé que Enrique me estaba siguiendo, pero no le di oportunidad de acercarse a mí, simplemente me le escabullí, pienso quedarme un rato hasta que se canse y se retire, gracias a Dios, que está tan lleno de trabajo, que son pocos los momentos en los que puede darse el lujo de perseguirme.

Mientras tanto yo me pierdo en mis pensamientos:

"Estamos al final de la jornada laboral, estoy parada a medio estacionamiento preguntándome, porqué mi auto no enciende, estoy segura de que no es por falta de combustible, en la mañana recargué el tanque. Estoy tan absorta, que no me doy cuenta cuando alguien se detiene junto a mí.

_ ¡Disculpa! - observo al hombre más impresionante y atractivo que he visto en mi vida. _ ¿puedo ayudarte?

Lo reconozco de inmediato, es uno de los ejecutivos que están haciendo una revisión de la sucursal de la empresa donde trabajo. De inmediato me tenso y me pongo a la defensiva, algunos de ellos no han perdido el tiempo y ya se sabe que han empezado a salir, no con una chica, sino con varias de la empresa, y es que, ¿a quién le dan pan que llore? - dicen en mi tierra y es verdad, ellas andan de busconas y ellos aprovechan.

_ ¡No! - digo cortante, ni siquiera me atrevo a mirarlo a los ojos, emana de él, tanta autoridad, que impone, pero ni aun así me dejo llevar. _ ¡la ayuda ya viene en camino! - digo.

Él me mira, parece que no me cree.

_ ¡Entonces espero a que llegue! - mira a su alrededor y se detiene en sus compañeros, que lo esperan metros más adelante. Él les hace señas de que se vayan y se concentra de nuevo en mí.

_ ¡No es necesario que te quedes! - insisto.

No alcanza a contestarme cuando una de las chicas que viene con el grupo llega hasta él.

_ ¡Te estamos esperando! - dice con marcada impaciencia, acercándose demasiado a él.

_ ¡Les dije que se fueran sin mí! - parece molesto.

_ ¡Pero estamos viendo a dónde nos vamos, es viernes, merecemos algo de diversión!

_ ¡Diviértanse ustedes! - contesta seco.

_ ¡No seas agua fiestas! - insiste la hermosa morena, con coquetería.

_ ¡No quieres verme enojado! ¿Verdad? - la amenaza.

Ella retrocede, sabe de lo que está hablando. Quizás se conozcan más de lo que parece, ella siempre está a su alrededor, aunque él parece no prestarle más atención, que la profesional. Si no me equivoco es su asistente.

_ ¡Está bien! - desiste y se regresa con los demás, ellos miran hacia nosotros y se marchan en dos vehículos.

_ ¡No debiste quedarte! - dije. Ahora estaba en un gran aprieto. Nadie vendría en mi ayuda y yo quedaría como una tonta.

_ Mientras llega la ayuda puedo ir revisando tu auto. - dijo.

_ ¡No! - lo detuve, y me armé de valor. _ ¡mira! - me planté ante él. _ ¡no te conozco, ni tú a mí! - aún no habíamos trabajado juntos, solo lo había visto aquella primera vez con todos sus compañeros, y lo había observado de lejos una que otra vez. _ ¡y no sé con qué propósito te acercas a mí! ¡No creo que prefieras quedarte a mancharte las manos solo por ayudar, en lugar de irte de fiesta con tus amigos, así que desde este momento te digo, que no quiero, ni estoy buscando ningún tipo de relación, ninguna seria, ninguna a corto plazo, y mucho menos, me voy a acostar contigo, así que todavía puedes llamar a tus amigos para que regresen por ti!

Vi su cara de sorpresa, luego de diversión y por último de aceptación.

_ ¡Bien! - dijo con cara sería, pero con un asomo de diversión. _ ¡aclarado este punto, permíteme revisar!

Ya no pude protestar, todo estaba dicho y mientras él revisaba. Yo me moría de la pena por todo lo que había salido de mi boca y más pena me dio, cuando él comprobó que la falla, no era tal, simplemente el tanque de combustible estaba vacío.

Jamás olvidaré lo que vino después. Me pidió el ticket de mi compra de esa mañana, cuando le aseguré que sí había recargado. El tanque debería estar a las tres cuartas partes de su capacidad, lo que significaba que me habían visto la cara. Pero él, como si fuera mi príncipe de brillante armadura, hizo algo que jamás olvidaré.
Realizó unas cuantas llamadas, no paso mucho tiempo cuando una grúa se presentó, también un auto al cuál subimos él y yo y nos dirigimos hacia la estación de servicio en la cual me habían robado descaradamente.

Para cuando la grúa con mi auto arribó, él ya había hecho venir al encargado junto con el empleado que me atendió y le había planteado la situación. Él hombre sumamente nervioso aceptó el "error" y como compensación, llenó mi tanque y, además pagó el servicio de grúa que llevo mi auto hasta ahí, claro que no estaba muy feliz de hacer esto, pero era eso o enfrentarse a una demanda, además de ser exhibido en los medios de comunicación y en las redes sociales."

Me pregunto yo ¿cómo no enamorarme de este hombre?

En retrospectiva, no me arrepiento de nada de lo que hice con él, ni de lo que viví, me atrevo a decir que fueron los mejores momentos de toda mi vida y me quedo con ellos. No quiero verlo con tristeza, si no como un aprendizaje, como una experiencia más en mi triste y caótica vida.

Regreso de mis pensamientos y salgo del baño, no sin antes mirar hacia todos lados, para asegurarme de que Enrique ya no se encuentra por ahí. El lugar se ve solitario, salgo y me apresuró a tomar el elevador, ya tengo bastante tiempo fuera de mi oficina. La verdad es que bajé a otra planta, no quería encontrarme con nadie de mis compañeras.

En mi prisa por llegar al elevador que ya va cerrando sus puertas corro y entro justo a tiempo, la persona que va dentro logra detenerlo. Una vez que cierra sus puertas y empieza a avanzar levantó la mirada para agradecer al hombre que me salvó.

Me quedo muda, de todas las personas que laboran ahí, cientos de ellas, tenía que ser él.

MÁS ALLÁ DE LA CONFIANZADonde viven las historias. Descúbrelo ahora