Paola
No sé por qué acepté, pero lo hice, quizás por el gusto de ver la cara de desconcierto que el idiota de Enrique tenía en ese momento, su numerito no le había valido de nada, al menos eso creímos ambos, porque yo también lo creí, no sabía lo equivocada que estaba, porque al nada más llegar a mi departamento, Stefan se empeñó en acompañarme hasta la puerta, no le vi nada de malo, siempre lo hacía, pero esta vez, no se conformó con un beso de despedida, el cual por supuesto ahora no pensaba darle, sin embargo, el me lo robó y no solo eso, me empujó hacia el interior y no sé qué hubiese pasado, si mis vecinos, una pareja que vivía en el departamento de enfrente no me hubiesen escuchado. Ellos fueron en mi ayuda y llamaron a la policía.Stefan pasó un tiempo en prisión por atacarme y no quiero ni pensar como me estará odiando, lo bueno es, que también se quedó ya lejos de mí, no creo regresar nunca a la ciudad que me vio nacer, no tengo nada ahí, no les he contado que soy huérfana, ni siquiera sé si tengo parientes o no, porque nunca nadie me buscó en el asilo donde crecí, así que doy por hecho que no tengo a nadie. Quizás esa fue la causa de que me emocionara tanto, al escuchar a Mauricio hablar con tanto amor de su familia y por eso expresé mi deseo de, algún día poder conocerlos. Deseo que nunca me imaginé que me concedería.
Fue un viaje relámpago, un fin de semana, el más maravilloso que he pasado en mi vida. Pero ahora todo eso se terminó. Él se ha marchado, se alejó igual que lo hicieron los demás, no me alegra, pero lo entiendo y en cierta forma creo que es mejor, sería difícil y traumático tener que verlo, e incluso trabajar a su lado, después de todo lo que Enrique dijo de mí y lo que le habrá contado cuando se quedaron a solas.
Ya pasé una vez por esto y no quiero volver a repetirlo, eso sucedió en la ciudad a la que fui antes de venir aquí.
Por fortuna para mí, en esta empresa me consideran una buena empleada y por algún motivo no quieren perderme, así que desde la primera vez que intenté renunciar, me ofrecieron un cambio y yo acepté, me fui a una nueva ciudad, a una nueva sucursal y a una nueva vida, al menos fue lo que creí, ahí conocí a Servando y a Pedro, Servando era uno de mis nuevos compañeros en la oficina y desde el principio intentó seducirme, yo lo rechacé, no deseaba involucrarme de nuevo y menos con alguien como él, era simpático, atractivo y con un carácter alegre, lo que hacía que si no todas, al menos la mayoría de las chicas, estuvieran muertas por él. En cambio, Pedro era mi casero, no era un hombre joven, pero tampoco viejo, era serio pero agradable, todo empezó con una amistad, de verdad me gustaba, me agradaba su seriedad, su forma de ver la vida, era responsable, respetuoso, caballeroso y sus intenciones eran serías, y lo más importante yo me sentía a gusto a su lado, hasta que una vez más hizo su aparición Enrique.
En esta ocasión, no me encontraba yo presente, pero él se las ingenió para hablar con Pedro, y usó su discurso barato de siempre. Cuando lo ví, me sorprendió por tres cosas: ¿qué estaba haciendo aquí? Yo me había mudado para alejarme de él y aquí estaba de nuevo, la segunda, que tenía un gran golpe en el rostro, su ojo lucía un gran hematoma, de tonos violáceos y amarillentos, la tercera, que a pesar de su terrible apariencia se le veía feliz, ¿y cómo no? Si acababa de deshacer mi relación con Pedro. En ese momento no lo sabía, pero luego de que me deshiciera de la presencia de Enrique, llegó Pedro. Se le veía muy serio y abatido, sufría de verdad, era como si se debatiera entre dos decisiones y así era, resulta que me amaba de verdad, pero le creyó a Enrique y pudo más su razón que su corazón.
_ Tu ex novio vino a verme. - me dijo.
Yo no dije nada, ya veía venir el desenlace de todo esto.
_ ¿No dices nada? - me miró con tristeza.
_ ¿Qué puedo decir? - también lo miré con tristeza y dolor. _ tu actitud me lo está diciendo todo. Así que te ahorraré el tener que terminar conmigo, no habrá más planes y mucho menos boda.
_ ¿Entonces es cierto? - dijo con molestia.
_ No puedo negar algo que tú, ya diste por hecho y que, aunque yo lo niegue, en tu cabeza siempre va a estar la duda, así que, no lo acepto, pero tampoco lo niego, es tu decisión creerlo o no, si con lo que vivimos no aprendiste a conocerme, entonces no vale la pena.
Él no dijo nada, solo salió del departamento, por supuesto fue la última noche que pase ahí. Me mudé y continúe con mi vida, o al menos eso intente, porque estaba tan dolida que por idiota abrí mis puertas a Servando y no digo que me metí con él, simplemente baje mis defensas y cuando menos pensé ya le permitía desayunar conmigo en el trabajo, hablábamos, coincidimos en algunos proyectos, empezó a esperarme si salía tarde, a acompañarme a mi departamento, a incluirme en sus salidas, total que cuando menos pensé me vi envuelta en una relación. Por supuesto me gustaba, ¿a quién no? Lo único que no me agradaba era que no perdía oportunidad de intentar que me acostara con él y fui clara desde el principio, pero al parecer él creía que en algún punto de nuestra relación me iba a convencer.
Lo que no me esperaba fue lo que vino después, cuando Enrique hizo de nuevo su aparición, yo pensé que se había marchado y había vuelto a su hogar, o no sé si se fue y regresó, el caso es, que ahí estaba de nuevo, y de nuevo con sus perversas fantasías, deshacía otra de mis fallidas relaciones.
Nuevamente otro idiota que le creyó, después de haberme conocido, me estaba dando cuenta de que los hombres no veían lo que era realmente, no me veían a mí, veían una cara y un cuerpo bonito y pensaban que tenía la cabeza hueca y que solo servía para pasar un rato con ellos, o como en el caso de Pedro para hacerla de esposa sumisa, viviendo solo para él, incapaz de valerme por mi misma.
Servando inmediatamente cambió su estrategia, dejó de lado su amabilidad y su inventada caballerosidad, de inmediato intentó propasarse.
_ No te hagas. - me miró con deseo cuando me dejó en mi departamento. _ ya sé de lo que eres capaz, no te hagas la decente conmigo. - intentó manosearme.
Yo me baje del auto de inmediato, pero él hizo lo mismo.
_ No sé qué es lo que pretendes. - me acorraló contra su auto. _ pero tuve una muy larga conversación con tu ex y me contó todo, así que no te hagas la modesta conmigo, se lo que sabes hacer. - intentó acariciarme, pero alejé su mano. _ ¿o acaso quieres que también te pague? ¿por eso te haces la difícil? - me miró con desprecio. _ Ya me estaba creyendo tu cuento de que eras una mujer decente, pero si lo que necesitas es dinero aquí está. - saco unos billetes. _ espero que esto sea suficiente para que me demuestres lo que sabes hacer. - me los aventó y luego intento propasarse de nuevo, en esta ocasión no la pensé, deje que se acercara y me abrazara y cuando lo tenía vulnerable,
asesté un golpe con todas mis fuerzas, con mi rodilla en su entrepierna, lo escuché gritar y maldecir, pero no me quedé para ver el resultado de mi osadía, subí con rapidez a mi departamento y me encerré.
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MÁS ALLÁ DE LA CONFIANZA
RomanceMiro horrorizada la escena, por supuesto, no fue sorpresa para mi, ocurriría lo que siempre pasaba, la diferencia era, que en esta ocación, me importaba más de lo que quería reconocer. _ ¡Hola colega! - saludó Enrique con efusividad, a mi acompañant...