Todo ha ocurrido muy rápido. Intenso. Doloroso. Humillante. Pero jodidamente hermoso y honesto.
Finalmente me encuentro en la cúspide. Lo he hecho. Me he plantado y he sido honesta.
Y solamente siento paz. Ya no más mentiras, ya no más escondidas.
Y Dios, lo sabe.
Sabe por todo lo que he llorado y sabe por todo lo que he pasado. Y Él es el que nunca me ha dejado de dar su cariño incondicional.
Mi familia, con sus virtudes y defectos, me acompaña y me entiende. Por fin soy 100% yo a su alrededor. Sin tapujos. Sin esconder nada. Gracias Dios también por darme esta oportunidad.
Y el sueño culmina. Hoy solamente puedo decir. GRACIAS.