La luna ha dejado de acompañarme en este camino. Horas, días, semanas enteras, años. Ya no la contemplo por las noches. En el coche, camino a algún sitio, la sigo viendo, sin embargo ella pasa de mí, escondiéndose casi siempre, o bien eso es lo que yo percibo.
La presión sobre mis hombros no hacía más que aumentar a cada día, la preocupación constante de si la razón de levantarme cada mañana valía la pena realmente.
Una sensación de crónico agotamiento ya hacía mella en mí. Eso se reflejaba en muchos aspectos internos, pero trataba de mantener siempre una cara amable a las personas.
Sin embargo la temperatura empezó a bajar... y así lo hice yo también, en picado, sin frenos.
Hoy, me siento en un profundo hoyo del que parece que no voy a salir pronto... Las ganas de continuar cada vez se confunden más con el dejarlo todo y ya no seguir a flote.
El frío rodea mis pies, manos y el corazón. Cada vez lo endurecen más. No es posible que se vuelva a su estado anterior.
J, el si que logra calmarme. Y lo extraño tanto. Y lo adoro tanto.
La soledad carcome estos momentos , que según los mayores son los más preciados de mi juventud. Sin embargo para mí son muy amargos, solitarios y muy estresantes.
No sé si soy solo yo, pero se me hace que este año ha tenido un impacto algo negativo. Persona con la que hablo. Persona que está lidiando con unas crisis emocionales bastante graves. Y me consuelo, sabiendo que no estoy sola. Pero al mismo tiempo eso hace que me hunda aún más.
Sinceramente no sé qué esperar de estos próximos meses.
¿Hay alguien más que comparta estos pensamientos?