Sospecha.

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El azabache terminaba su desayuno, mientras veía como el castaño, quien había acabado antes, salía de su habitación.

— ¡Hey Quacks! Ya me voy.—

— ¿A dónde vas?—

Habló el menor, curioso. Nunca le había preguntado al castaño a dónde solía ir diariamente, ese día en particular, había algo diferente.

— Hoy específicamente, tengo que visitar a un amigo. Quiero consultarle un tema.—

Respondió el mayor, quien sonreía mientras se dirigía hacia el azabache.

— Oh, está bien. Pero, antes de irte... ¿Me recomiendas algún libro para leer hoy?—

El pato se levantó, sosteniendo los platos de ambos, mientras esperaba una respuesta.

— ¡Claro! "Muñeca de porcelana", es un libro buenísimo.—

— ¿Y de que trata?—

El castaño se apartó, para permitirle el paso al menor. Quien no dudó en aprovechar para pasar, caminando en dirección a la cocina.

— Te enterarás cuando lo mires.—

Mencionó, mientras sonreía.

— ¡No seas malo, Lusu! Te estoy preguntando en buena onda, y mira como eres.—

— Bien, bien. Te cuento, pero no te pongas así. Es sobre una chica que está deprimida. Ella ama coleccionar muñecas de porcelana, y asegura que si fuera una de ellas, entonces sería una muñeca bella y bien cuidada. El problema es que ella conoce a un hombre, quien le dice que puede cuidarla como a una muñeca de porcelana real, y a partir de ahí, todo se jode.—

El chico dejó los platos sobre el lavadero, escuchando con atención al contrario.

— ¿Se jode? ¿Por qué?—

El castaño escuchaba las preguntas del pato, mientras se dirigía a la puerta.

— Eso sí no te lo puedo decir, le quitaría emoción al libro.—

El menor suspiró, empezando a lavar uno de los platos.

— ¡Ay! Mira la hora Quackity, ¡Se me hará tarde! Tengo que irme, ¡Nos vemos!—

Habló el hombre, quien abría la puerta y se alistaba para salir.

— ¡Ah! ¡Si, cuídate Lusu!—

Fue lo último que escuchó decir al azabache, puesto que cerró la puerta tras oírlo terminar la frase.

— Mierda...—

Susurró el castaño, quien empezaba a caminar por las calles.

Cada paso que daba, lo hacía meterse más en "su propio mundo."

"Quackity me dijo que no se iría, eso significa... Que él sí cumplirá su promesa, ¿Verdad?" Pensó, siguiendo el camino hacia la dirección que quería visitar.

Mientras tanto, el pato secaba sus manos. Una vez más, había terminado de lavar los platos, y se sentía realmente orgulloso de lo rápido que era aseando.

— ¡Bien! Ahora... creo que debería ver el libro que Lusu me recomendó.—

Mencionó, mientras se dirigía a la habitación del castaño. Esperaba poderlo encontrar fácilmente, puesto que quería leer lo más pronto posible.

Cuando finalmente encontró el libro en una de las estanterías, se sentó sobre la cama del castaño. Normalmente, solía ir a su habitación, pero en esta ocasión, le dió por quedarse allí.

La cama del castaño también era bastante cómoda para el pato, incluso más que la de su habitación.

No pudo evitar recostarse, se sentía increíblemente cómodo.

Soltó un suspiro, mientras se acurrucaba.

Deslizó la mano bajo su almohada, solo para sentir un pequeño pinchazo.

— ¡Ay!—

Se sentó con rapidez, observó su dedo, el cuál tenía un pequeño corte.

— ¿Que chingados...?—

Cuestionó el menor, empezando a levantar la almohada.

No supo reaccionar al ver lo que se encontraba debajo.

Miraba fijamente el objeto filoso, un cuchillo. El azabache no pensaba en ese momento, no sabía que hacer, que decir o que pensar. Mientras más miraba, más notaba lo raro que era.

Un cuchillo, que se encontraba atravesando lo que parecía ser un pedazo de tela azul claro.

— ¿Que mierda es esto...?—

Susurró, se empezaba a arrepentir de su decisión al quedarse en esa habitación.

Soltó la almohada, dejándola caer en su antigua posición, y se levantó, dirigiéndose al lavabo para enjuagar su herida.

"Esto no es normal... Lusu...¿Me está ocultando algo?"

El azabache comenzaba a sobrepensar, odiaba hacerlo. Pero no tenía otra opción.

Solo dejaba que sus pensamientos lo abrumaran, mientras veía con atención al agua que caía sobre su dedo herido.

Justo en ese momento, el castaño suspiraba, finalmente había llegado a su destino.

Miró desde la distancia el gran lugar, "La iglesia de Karmaland."

Se detuvo frente a la entrada, buscando con la mirada a alguien. Cuando finalmente le visualizó, sonrió y levantó la mano.

— ¡Alexby!—

Un hombre con traje de cura volteó a verle, y sonrió.

— ¡Luzu! ¡Hola! Ha pasado tiempo, ¿Dónde estabas? ¡Ven, pasa!—

El castaño caminó hasta quedar frente al hombre.

— Últimamente he estado ocupado, y en mis tiempos libres me la paso en casa.—

Aquello sorprendió al cura, anteriormente, el castaño hacía hasta lo imposible por pasar tiempo fuera de casa, no importaba para que, buscaba una excusa para abandonarla.

Ese cambio era realmente extraño.

— ¡Ala! ¿Y esa novedad?—

El castaño desvió la mirada.

— Encontré un motivo para quedarme allí.—

Al azabache, esa reacción le pareció curiosa.

— De ser así, ¿Que te trae por aquí?—

La mirada carmesí del castaño se posó nuevamente en el hombre frente a él.

— Quiero platicar contigo. Eres mi amigo de confianza, y, me gustaría hablarte sobre mi nuevo compañero de casa, Quackity.—

— Oh, bien. Soy todo oídos, Luzu.—


Bitter-ChocoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora