Una visita inesperada.

342 52 25
                                    

El castaño estaba recostado, mirando hacia el techo con frustración.

—No pude dormir una mierda...—

Él ya solía desvelarse ocasionalmente, pero ese día en específico, no estaba entre sus planes hacerlo.

Suspiró, sentándose.

"Estuve pensando demasiado en Quackity y en esa mujer..."

Desvió la mirada, buscando sus zapatos.

Apenas los vió, empezó a levantarse, dispuesto a cambiarse.

— ¡Lusu! ¡El desayuno está listo!—

Habló un pato desde la distancia.

— ¡Ya voy! ¡Deja termino de vestirme!—

Respondió el castaño, quien se apresuraba a terminar de colocarse su clásica chaqueta.

Se dirigió a la puerta, pero se quedó quieto frente a ella.

— El pañuelo...—

Dijo en voz baja, mientras se daba la vuelta y se dirigía a uno de los cajones.

Al abrirlo, sacó un pañuelo a cuadros naranja con negro, que guardó en su bolsillo del pantalón.

— Ahora sí, todo listo.—

Susurró, cerrando el cajón, y yendo nuevamente hacia la puerta.

Para su sorpresa, mientras acercaba la mano a la perilla, esta giró.

Se abrió con lentitud, y un pequeño gorro se asomó.

— Lusu... No voy a mirar, te lo juro. Pero, venía a avisarte que tienes visitas.—

El castaño sonrió, sosteniendo la perilla y terminando de abrir la puerta, sorprendiendo al azabache que estaba allí.

— ¡Ay, wey!—

El menor seguía sorprendido, no estaba preparado para que lo jalaran así.

— Ya estoy listo, de todos modos.—

Dijo el mayor, sosteniendo una de las manos del pato para evitar que el movimiento lo tirase.

El azabache le sonrió, luego se apartó para empezar a caminar de vuelta por el pasillo, directamente hacia la cocina.

— No olvides ir a ver a la visita.—

El castaño solo lo miraba alejarse.

— Claro que no, Quacks.—

Aún así, se sentía incapaz de apartar la mirada del chico frente a él.

"Se ve delicado... Como sí en cualquier momento pudiese romperse."

Pensaba, mientras veía como el azabache terminaba su camino, saliendo de su visión por meterse tras una pared, ahora estaba en la cocina.

El hombre suspiró, comenzando a caminar hacia la puerta.

Al abrirla, sus ojos se abrieron también, estaba sorprendido de ver a la persona al otro lado.

— ¿¡Qué!? ¿¡Rubius!?—

El chico de orejas sonrió desafiante, se encontraba cruzado de brazos, recargado en un pilar frente a unas escaleras que dirigían a la calle.

— Buen día, Luzu.—

El castaño reaccionó, apretó el agarre de la puerta, frunciendo el ceño.

— ¿¡Que mierda haces aquí, traidor!?—

El oso suspiró.

— Mínimo saluda, ¿No? Que me he tomado el tiempo de venir hasta aquí y todo.—

— ¿Que quieres...?—

Respondió el castaño, molesto. No quería volver a gritar, no iba a alertar al azabache.

— Escuché que tenías un nuevo compañero de casa.—

Eso sorprendió al castaño.

— ¿Cómo...? ¿Cómo sabes?—

El rubio rió, confiado. Se acercó al de chaqueta negra y le dió unas leves palmadas en el hombro.

— Tu amigo sigue realmente loco por Fargan. Solo tuve que decirle sobre darle pequeños detalles de su ubicación, y soltó absolutamente todo.—

El castaño dió un pequeño manotazo a la mano contraria, alejándola de él.

— ¿De qué puto lado estás? No te entiendo.—

El oso sacudió suavemente su mano.

— Estoy del lado que más me beneficia, que esté charlando civilizadamente contigo, no significa que he olvidado lo que hiciste.—

El castaño miró rápidamente dentro de la casa, buscó con la mirada que el azabache no estuviese cerca.

— ¿Y que carajo quieres...? ¿Que te importa si tengo un nuevo compañero? ¿Quieres llevártelo también?—

El rubio sonrió.

— Si me dejas conocerlo, quizá te diga algunas cosas sobre Auron. Actualmente seguimos en contacto, se le ve bastante feliz.—

El castaño quedó en silencio un momento, aquella propuesta era demasiado extraña.

— Eso no responde mi pregunta...Además, ¿Cómo podría saber que es verdad? Jamás se sabe cuando tú mientes.—

— Auron se está enamorando de nuevo.—

Dijo sin rodeos, callando al contrario.

— ¿Qué?—

Fue lo único que pudo formular, su mente había quedado en blanco.

— Y si no te das prisa, acabará en un noviazgo, Luzu. Porque me parece que esa persona, le corresponde.—

El castaño no respondió más, se había detenido por completo, con la mirada hacia el piso.

Y aquello agotaba la paciencia del rubio.

— Sabes dónde encontrarme si tomas una decisión, Luzu.—

Fue lo último que dijo, antes de retirarse.

El castaño no se movió, pensaba en todo lo que el rubio le había dicho.

Era muy posible que fuese una mentira más del oso, pero... ¿Y si no lo era?

Aquello se comía la mente del hombre, él no podía procesar esa idea.

Pasados los minutos, el azabache se asomó. Le sorprendió ver al castaño solo, totalmente quieto.

— ¿Lusu?—

Se acercó a él con calma, miraba a su alrededor, verificando que si se encontraba a solas.

— ¿Estás bien?—

Dijo, tocando el hombro contrario.

El castaño, apenas sintió el toque, se dió la vuelta.

— Quackity...—

Susurró.

El pato comenzaba a preocuparse.

— ¿Que pasa? ¿Te dijeron algo? ¿Dónde está la otra persona?—

No pudo hacer más preguntas, el castaño se había dejado caer sobre el contrario, abrazándole con fuerza. Se recargó en su hombro, totalmente en silencio. Eso lo tomó por sorpresa, pero apenas se dió cuenta, correspondió a su abrazo.

No escuchaba nada, pero podía sentir que el castaño se encontraba tenso. Con el pasar de los segundos, se dió cuenta de que este había comenzado a lagrimear.

— ¿Luzu...?—

Preguntó por última vez, el castaño respondió haciendo más presión a aquél abrazo.

Bitter-ChocoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora