Conjunto de ropa.

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Ahí estaban los dos, Luzu había vuelto y le había entregado varios chocolates al menor, el cuál agradeció enseguida.

— ¡Muchas gracias Lusu!—

— Claro... No te los comas todos de sentada, o te vas a enfermar. Prepararé una habitación para ti.—

El castaño empezó a alejarse a una habitación, y el chico negó rápidamente.

— ¡No! No te preocupes. Puedo dormir en el sofá.—

El mayor paró en seco, miró enseguida al contrario.

— ¿En el sofá? No, por favor. Quédate en esta habitación, tiene una cama muy cómoda...solo, no revises nada.—

La mirada del castaño era extraña, incluso llegaba a intimidarlo un poco.

— No, de verdad... Yo-

Pero fue interrumpido.

— Quacks, vamos. Es una linda habitación.—

Eso era extraño.

— Oh... Bien. Supongo que puedo quedarme ahí. Gracias Lusu.—

El mayor se retiró a la habitación, dejando al pato a solas con la bolsa de chocolates.

El chico se quedó mirándolos, tomó uno y lo abrió. ¿Podía seguirlos amando tanto luego de lo que ocurrió?

Lo dudaba.

Solo de verlos sentía un dolor punzante en su pecho.

Estaba concentrado en sus pensamientos, planeaba comer uno para comprobar si realmente los seguía amando.

Su mano comenzó a temblar, tenía miedo. Los chocolates eran lo único que podía calmarlo de su miseria, y si no podía comer más, entonces no tendría nada para estar tranquilo.

No le quedaría nada, y eso lo asustaba.

Estaba demasiado metido en sus pensamientos, deseaba poder comerlo sin sentir asco, remordimiento o revivir esa escena.

Sin embargo, un ruido muy fuerte lo asustó y sacó de sus pensamientos. Sonó como si algo grande se hubiese caído.

— ¿¡Lusu!? ¿¡Estás bien!?—

Preguntó el chico desde su asiento.

— ¡Si, Quacks! ¡Todo bien!—

Respondió el castaño desde la habitación.

— ¡Voy! ¡Te ayudo!—

Empezó a levantarse, guardando los chocolates en su bolsillo. Se dirigía hacia la habitación, pero lo detuvo la voz del castaño.

— ¡No! Quédate allá. Saldré en un momento, ¡Y no quiero sorprenderte espiando!—

El chico se sintió extrañado por esa reacción. Supuso que quizá tendría algo vergonzoso allí que no quería exponer. Y lo entendía.

— ¡Está bien! Volveré al sofá entonces.—

Caminó de regreso. De algún modo, agradecía lo sucedido, puesto que pudo salir de su mal momento.

En un solo día, se había empezado a encariñar con el castaño. Tenía una personalidad que él jamás había visto, y tenía un gran deseo por lograr ser su amigo cercano.

Pasaron unos minutos más, el menor descansaba en el sofá, cuando el castaño finalmente salió. Llevaba varias bolsas negras cerradas.

— ¡Listo, Quacks! Ya acomodé todo para ti. Poco a poco iremos personalizandola a tu gusto.—

El chico se emocionó.

— ¡Gracias, Lusu! ¿Entonces ya puedo ir?—

— ¡Así es! Solo no revises nada, dejé todo lo que necesitas en los cajones al lado de la cama, lo demás simplemente no lo toques.—

Ese pedido le pareció extraño, pero lo aceptó.

— Está bien, no miraré nada.—

El castaño sonrió.

— ¡Bueno! Descansa, mañana seguro será un gran día, así que saldré unas horas y luego traeré cosas para ti. ¡Ah! Y por cierto. Te dejé ropa sobre la cama, disculpa si es muy grande para ti.—

Y así, se alejó nuevamente del azabache, sin siquiera dejarle responder.

Suspiró, mientras iba a la habitación tan misteriosa que le había causado intriga desde rato atrás.

Cuando entró, le sorprendió lo extrañamente normal que era. Ahora entendía menos el porque el mayor se había puesto así antes.

— Bueno...—

Miró la ropa frente a él, de hecho parecía ser más grande que la de ambos.

— Que extraño...—

La ropa consistía de una camisa blanca, una chaqueta blanca y unos pantalones negros.

Se cambió por aquella ropa, exceptuando la chaqueta, que seguramente le molestaría al dormir. Dejó los chocolates sobre una mesita, dispuesto a dormir.

— Si que fue un día largo...creo que a partir de hoy todo será diferente, ¿Verdad?—

Hizo una pregunta retórica para si mismo.

Se sentía extraño, se dispuso a finalmente dormir, el castaño no había mentido, la cama era increíblemente cómoda.

Bitter-ChocoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora