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En clase de baile, todos se habían ido por agua, yo me quedé amarrando mis agujetas, Anne guardaba y revisaba algo.

—¿Por qué de la nada te empezó a gustar el baile?.

—¿Mmm?... No sé —sonreí.

Conozco esa sonrisa, cuando tenía más o menos tu edad también me enamoré.

—¿T-tú cómo sabes?.

—Soy mujer, niño.

—Cuando conocí a Roy, mi esposo, tenía cómo quince, éramos compañeros de danza, él me miraba igual que tú a la niña con la que prácticas, luego supe que estaba enamorado de mí, empezamos a hablar y él me enamoró, era increíble, crecimos, y nos convertimos en maestros de danza, no pudimos ser bailarines por desgracia.

—Conoció a alguien con un sueño en común y lo siguieron.

—Lo intentamos. Yo soy su fan, sé que no son hermanos de sangre, tienen permitido a enamorase.

—Gracias, gracias Anne.

—De nada niño, ahora, debo irme, cuidate —se retiró.

...

Fuí a buscar a mi niña, a ver si podíamos jugar, la logré encontrar cerca de la oficina de papá, con su nuevo osito, dibujaba en un sillón.

—Hola, Cookie.

—Hola, Morita.

—¿Qué dibujas?.

—Nada, intento hacer una rosa —me senté junto a ella, coloqué mi cabeza en su hombro.

—¿Quieres que la dibuje por ti? —me dió la libreta, ya había borrado el boceto varias veces.

Hice mi mayor esfuerzo y logré hacer una rosa, con tallo y todo.

—Listo, puedes remarcar la con un lapicero y pintarla.

—¿Sabes?, no eres cómo pensé que serías.

—¿Eee?.

—Eres agradable Cinco Hargreeves, quitando tu mala actitud, eres una persona muy increíble, tus pinturas son otros mundos, tu mente es grandiosa, te preocupas por mí, eres demasiado dulce— me sonrió.

—¿Eso piensas de mí?.

—Claro.

—Pues eres la única, todos me dicen que soy amargado y que me creo mucho.

—Ben dijo que no eras así.

—Tiene razón, la pubertad me cambió, se podría decir. Una parte de mi memoria recuerda que era un niño tímido, amable y amaba leer, eso sí, desde chiquito. Fuí cambiando a través de mi vida.

—Pienso en que el Cinco "malo" que yo y nuestros hermanos conocen no eres tú.

—Entonces ¿cuál soy?.

—El amable, a tú cara no le queda ser malo, ni a tus ojitos.

—?Que tanto tienen mis ojos que siempre le dices cosas hermosas?.

Entre dos estrellas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora