Al cerrarse el portal mágico, las alas de cada una de las hadas comenzaron a congelarse, todo su alrededor era hielo, no se podían percibir habitantes, ni criaturas mágicas y mucho menos el castillo que esperaban ver. Toda la belleza que habían imaginado de esta galaxia se había esfumado.
—¡Aquí hace mucho frío! —expresó Lúmina temblando.
—Lúmina tiene razón, no aguanto más —comentó Rygel cayendo al suelo con los brazos cubiertos de copos de nieve.
Cada una de las hadas cayeron al suelo, excepto Selfya. El viento comenzó a soplar intensamente, Selfya cerró los ojos y apretó sus manos, al instante sus alas comenzaron a descongelarse y su collar de hada comenzó a brillar más que nunca.
—¡NO! —gritó al verlos congelados.
Las hadas se habían convertido en un gran prisma de hielo. Selfya intentó liberarlos utilizando su magia; pero fue inútil. La resistencia a la frialdad que esta portaba era muy elevada, ya que su reino, Wolust, era una fortaleza de hielo.
—¡Tiene que haber una manera de sacarlos de ahí! —comentó observando hacia todo su alrededor.
Su concentración en ayudar a sus amigos era tanta que no pudo notar lo que se iba acercando; aunque esto no tardó mucho, ya que, al sentir los estruendos de unos enormes pisotones y un escalofriante rugido, toda su atención fue dirigida hacia la criatura.
—¿Qué se supone que sea esto? —dijo asustada y confundida.
La criatura no tardó mucho en atacar a Selfya, la cual miraba aterrorizada desde una esquina.
—¡NO! ¡NO! ¡NO! —gritó mientras retrocedía rápidamente—. ¡Esto no puede estar pasando!
La criatura comenzó a correr hacia ella rápidamente soltando bolas enormes de nieve por la boca. Selfya emprendió vuelo logrando esquivar las bolas de nieve; pero no todo iba a resultarle tan fácil. La niebla aumentó velozmente, la nieve comenzó a ser más pesada y el frío se intensificó dañando sus alas logrando que se fueran congelando.
Selfya sin poder aguantar más, cayó al suelo. La criatura corrió hacia ella, la agarró colocándola en su mano y la elevó hasta su rostro peludo. El hada la miró fijamente a los ojos, no se encontraba aterrorizada a pesar de la terrible situación en la que se encontraba. Se produjo un gran silencio, la nieve intensa comenzó a desaparecer, el frío a descender, y la furia de la criatura desapareció.
—Puedo notarlo en tus ojos, la delicadeza que guardas dentro, atacas porque tienes miedo, miedo a la invasión a tu helada tierra, y lo entiendo, al mirarme a los ojos, conectas con mis sentimientos, has sentido lo que yo siento, la perdida y dolor de perder mi querido reino. Te conozco, tienes la bondad de un Coplius, ¿verdad?
La criatura se dejó caer en el suelo, provocando que en el hielo comenzaran a aparecer grietas, dando señales de que en cualquier momento caerían al helado río. Selfya miraba preocupada a sus amigos, los cuales continuaban congelados.
—Coplius. ¡Mírame! Sé que nos puedes ayudar —suplicó desesperada.
Este observaba fijamente al hada; pero no reaccionaba a sus palabras.
—Princesa Selfya... Selfya... —Un eco llegaba a sus oídos, el cual se esparcía desde la lejanía.
El Coplius al escuchar el eco se levantó rápidamente, dejó caer a Selfya al suelo y corrió desapareciendo entre el montón de nieve que se podía observar en la lejanía.
—¡Has logrado conectar con un Coplius! Debo felicitarte, pocas hadas logran lo que tú has logrado hoy. Mantenerte a salvo de uno de ellos, y la entrada al reino de Trillix.
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PEGASI
FantasyEn el silencio y la infinita oscuridad que cubría su alrededor, se encontraba un gigante naranja, el cual contenía en su interior la especie más poderosa de todo el universo mágico: las hadas. Estas lidiaban con un gran peso sobre sus alas, al senti...