Capítulo diez: Río Dimidio

16 3 0
                                    

Un acto de amor había salvado la vida de dos hadas muy importantes: Lúmina y Lyra, las cuales descansaban junto a Rygel en el suelo, sin temores ni amenazas, ya que juntos habían logrado romper la maldición de los bosques Melk y Viat.

La brisa soplaba; sus heridas aún continuaban intactas. El silencio reinaba el espacio donde se encontraban, y la noche se hacía más fría y sombría.

—¿Se encuentran mejor? —preguntó Rygel preocupado.

—Eso creo —dijo Lúmina levantándose del suelo—. ¡Ouch! —expresó sosteniendo su brazo, el cual sangraba.

—¿Te duele mucho?

—Sí; pero creo que lo puedo solucionar. He estado en reposo por un buen tiempo, espero que mi magia funcione.

El hada colocó su mano sobre su gran herida, cerró los ojos con fuerza y, poco a poco, fue apareciendo un brillo rosa alrededor de su brazo, el cual iba sanando su herida. Lúmina era la única hada que podía curar heridas no muy profundas y calmar dolores, ya que poseía el poder de las nebulosas; el polvo de estas permitía sanar.

—¡Grandioso! —dijo Rygel al ver su brazo sanar.

—¡Ese es mi poder! —dijo sonriente—. ¡Permíteme ayudarte! —dijo sosteniendo el cuello de su hermana, la cual sufría varias heridas por todo el cuerpo.

—Te lo agradeceré eternamente —comentó su hermana sin poder moverse.

La magia del polvo de las nebulosas recorría todo el cuerpo de Lyra, logrando que este sanara por completo, excepto la gran herida de su brazo izquierdo, el cual había sido curado; pero no por completo.

—Mi magia tiene límites, esta herida es muy profunda. He calmado un poco tu dolor; pero debes esperar a que sane por sí sola —dijo Lúmina concentrando su magia en el brazo de Lyra.

—Muchas gracias hermana, ya has hecho mucho por mí —dijo agradecida levantándose del suelo.

—Me alegra ver que están bien nuevamente —comentó Rygel sonriente.

—¡Gracias por salvarnos! —añadió Lyra sonriente.

—Sin ti no hubiéramos sobrevivido —dijo Lúmina abrazándolo.

—No tienen que agradecer, somos un equipo. ¿Lo recuerdan?

—Sí —respondió Lyra sonriente uniéndose al abrazo.

El emotivo momento no duró demasiado. Las hadas se separaron y abandonaron el bosque Melk, el cual se había convertido en un bosque seguro para atravesar. Al salir del bosque, pudieron apreciar el cielo oscuro estrellado, el cual se iba a convertir en el guía de las hadas para poder llegar hasta el Círculo del Pegaso.

—¿Sabes a dónde tenemos que dirigirnos? —preguntó Lyra observado a Rygel.

—Eso creo —respondió mientras observaba el cielo.

—¿No estás seguro? —preguntó Lúmina preocupada.

—No del todo. Recuerdo las trampas que había en el mapa; pero no el camino de estrellas. El mapa mostraba evidentemente el camino a seguir; sin este será complicado. Pero confío en mí —suspiró.

—Nosotras también. Te seguiremos y apoyaremos en lo que necesites —comentó Lúmina motivando a su amigo.

—Apoyo las palabras de mi hermana. ¡Estamos contigo! —añadió Lyra sonriente.

—¡Gracias! —dijo sonriente—. ¡Esto es lo que haremos! —dijo activando su collar de hada.

Al activar su collar de hada, un inmenso brillo lo rodeó y sus grandes y brillantes alas viridián se desplegaron. Los diseños de galaxias que se encontraban enmarcados en las alas superiores determinaban la belleza de estas, y el efecto de polvo de galaxias en las alas inferiores complementaban la identidad de dicha hada.

PEGASIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora