Doce

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Estoy cansada, infinitamente cansada.

Miro mi mesa al comer y no hay nadie ahí, vuelvo a casa y no hay nadie esperándome, me duermo sin un beso y un: "Te quiero". Me despierto con las ojeras que empiezan a formarse de la falta de sueño y el insomnio que me mata, empiezan a sangrarme los dedos otra vez, mis manos no han parado de temblar desde el jueves pasado, no he podido pronunciar ni siquiera un: Adiós.

Mi psicóloga me ha dicho que debo expresarme o si no acabaré ahogándome. Pero dime, ¿A quién le cuento? ¿A la chica que olía a mar; que me dejó un día sin aviso y jamás volvió? ¿A mi mejor amigo que un día se fue? ¿A la persona que llamé mi amiga y hablaba de mí? ¿A quién carajo le cuento? Porque miro a mi alrededor y no hay nadie, lo juro.

Espero un día irme de aquí, tan lejos de casa que se olviden de mí y de mi nombre, espero un día irme de aquí pero mi nombre resuene a través de los libros que escribí, que sea un camino que alguien jamás vuelva a tomar, que cada página sea un recordatorio de que no es sano correr sobre las vías del tren esperando a que no te aplaste.

Espero, es lo que he hecho por los últimos 6 años, estoy cansada de esperar a un quizá.

Espero el momento en el que pare de repetirme: Un día a la vez, -----, un día a la vez.

"Un día a la vez, solo respira y sigue." No quiero seguir.

Después de mi suicidio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora