Cuando terminó, llamó a Sümbül; él entró a los aposentos e hizo reverencia.
-Sümbül, lleva esta carta y haz lo mismo que te dije que hagas ayer.
Tomó la carta.
-Está bien, sultana. ¿Algo más?
-Por ahora nada, ahora ve- Sümbül se fue.
Caminó rápidamente por los pasillos buscando al guardia que le había entregado la carta el día anterior.
Lo encontró y le dijo que se la diera a Mahidevran sin decirle quién se la había enviado.
El hombre obedeció y fue directamente a los aposentos de la sultana, entró en ellos y se reverenció ante ella.
-Sultana, esto es para usted.
Mahidevran lo miró.
-¿Otra carta?
-Sí, sultana.
-¿Quién me las estará enviando?- la agarró, él se quedó callado -Ay, no sé para qué te pregunto si no sabes nada- suspiró -Te puedes retirar- el hombre se fue.
Se sentó en el sofá, abrió la carta y empezó a leerla. Sonreía mientras leía lo que esa persona había escrito; sintió algo diferente dentro de ella, pero no le dio importancia.
Al terminar de leerla, suspiró y se levantó del sofá para dirigirse hacia su armario. Abrieron la puerta de sus aposentos y se asustó, guardó rápidamente la carta en el armario y se giró para ver quién era; sonrió al ver a su hijo entrar. Mustafá se acercó a ella y la abrazó mientras que Mahidevran le daba un beso en su mejilla.
-Mi amor, ¿cómo te fue con tus hermanos y tu padre?- preguntó con una sonrisa.
-Muy bien, madre. Nos divertimos mucho- dijo con una sonrisa.
-Qué bueno, amor mío- le dio un beso en la frente.
Se sentaron en el sofá y siguieron hablando, luego Mustafá se fue a sus aposentos y la dejó sola nuevamente.
Después de unos minutos, Mahidevran fue a los baños, quiso ducharse porque se sentía algo cansada.
Llegó a los baños, entró y vio que estaba Hürrem ahí; sonrió un poco al verla.
Hürrem no se había dado cuenta de que Mahidevran estaba ahí hasta que desvió la mirada y la vio sentarse frente a ella.
La pelirroja se puso nerviosa al verla semidesnuda, sonrió un poco para disimular sus nervios.
-Hola, Mahidevran. ¿Cómo te encuentras?- dijo mirándola disimuladamente de arriba hacia abajo.
La castaña sonrió.
-Ya me siento mejor, gracias- la miró.
Hürrem sonrió en respuesta, la castaña agarró un recipiente con agua y empezó a dejar caer el agua por su cuerpo.
La pelirroja no podía dejar de mirarla, parecía que ella dejaba caer lentamente el agua a propósito por su cuerpo. Mientras que la pelirroja veía esa escena, su cabeza estaba creando escenarios no tan apropiados de ellas.
Hürrem volvió a la realidad cuando escuchó que Mahidevran la hablaba.
-Hürrem- dijo.
Ella la miró.
-Dime...
-¿Podrías ayudarme?- dijo inocentemente.
-¿Yo?- preguntó.
-Sí, eres la única que está aquí- dijo mirando alrededor.
-Mmm, está bien- se levantó, se acercó a ella y se paró detrás.
Agarró el recipiente, lo llenó con agua y luego se la echó encima a la castaña.
-Está fría...- soltó Mahidevran.
-Lo siento, no me di cuenta- dijo. Esta vez sacó agua tibia y volvió a tirársela encima.
Hürrem pasó su mano por el hombro de Mahidevran y sintió una punzada en su parte íntima.
En ese momento, la pelirroja empezó a sentir mucha lujuria al ver el sensual cuerpo de Mahidevran al frente suyo y, además, el agua cayendo por partes de su cuerpo que ella no podía ver por esa toalla que la tapaba.
Empezó a imaginarse cómo sería hacer el amor con Mahidevran, a imaginar cómo sería tener a esa mujer desnuda, tocándola y haciéndola gemir su nombre.
-Mahidevran...- susurró.
-Dime.
-¿Quiéres pasar una noche conmigo?
-¿Qué...?
Continuará...
Créditos a Nair, gracias por ayudarme.
P: 14/03/23
M: 11/06/24