Pasaron tres meses. La relación de Hürrem y Mahidevran iba de maravilla, no podían estar más enamoradas una de la otra. Nadie sospechaba nada y eso las mantenía tranquilas.
Süleyman no había regresado, pero le mandaba cartas de amor a Hürrem y en ellas le decía que regresaría en unos meses, solo debía estar tranquila.
A Hürrem no le interesaban esas cartas. Cada vez que recibía una, la leía rápido y luego la quemaba. Las respondía siempre solo para que Süleyman creyera que aún estaba enamorada de él.
Ella solo tenía ojos para una sola persona, y esa persona era Mahidevran, su hermosa sultana de ojos encantadores y sonrisa deslumbrante que hacía que su corazón latiera enamorado.
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Una noche, la pelirroja estaba en sus aposentos leyendo un libro. Estaba tan centrada en eso que no escuchó cuando abrieron la puerta, solo reaccionó cuando escuchó su nombre.
-Hürrem- dijo Mahidevran con una sonrisa.
La pelirroja levantó la mirada y sonrió al verla.
-Mi hermosa sultana... ven, siéntate a mi lado.
Mahidevran le hizo caso y se sentó con ella, Hürrem acarició su mejilla y la miró con cariño.
-¿Cómo te fue con la madre sultana?- preguntó.
-Bien... fuimos al palacio de Hatice y cenamos allí... Yo quería que fueras con nosotras...
-Yo también quería ir... pero Mihrimah se sentía mal y no podía dejarla sola.
-¿Y cómo está ahora?
-Ya está mejor... la fiebre bajó y ahora está durmiendo...
Mahidevran se acercó y le dio un cálido beso, luego se separó y agarró su mano.
-¿Vamos a la terraza?
Hürrem asintió y salieron a la terraza.
Al estar en la terraza, Mahidevran se acercó al barandal y apoyó sus manos allí; Hürrem la abrazó por detrás para luego darle un beso en el cuello. La castaña rió y ambas miraron al cielo: estaba lleno de estrellas, la luna estaba deslumbrante y hermosa, una noche verdaderamente perfecta.
Varios segundos después, empezó una lluvia de estrellas fugaces, Mahidevran se emocionó al verlas.
-Estrellas fugaces... siempre quise ver una...
-Pide un deseo antes que acaben.
Mahidevran cerró los ojos y pidió un deseo, al terminar los abrió y miró a la pelirroja.
-Ya está- sonrió.
-¿Me quieres decir que fue lo que pediste?- dijo con una sonrisa.
-Si te lo digo, no se cumplirá...
Hürrem solo le dio un beso y volvió a mirar el cielo.
-Sabes... las estrellas fugaces son tan hermosas que solo pasan un instante. Su belleza es tanta que pueden deslumbrarnos a todos, y son capaces de hacer que el mundo se detenga por unos instantes.
Mahidevran solo sonrió.
-Cuando algo te parece tan lindo... ¿puedes dejar de verlo?- la miró -Tú eres como ellas- agregó y la dio vuelta para tenerla de frente -Tu belleza me deslumbró desde el primer momento. Cuando estoy contigo... el mundo se detiene y solo existimos nosotras. Eres y siempre serás... lo mejor que me ha pasado en la vida. Te amo...- sonrió.