Pasaron dos días.
Süleyman había pedido la presencia de las dos sultanas en sus aposentos. Al recibir el llamado, ellas fueron rápidamente; hicieron reverencia y lo miraron.
-Su majestad- dijeron al mismo tiempo.
-Hürrem, Mahidevran. Bienvenidas.
Se sentaron juntos en el diván, Süleyman las miró.
-Bien... Las llamé porque quiero que me cuenten cómo surgió todo entre ustedes...
-Su majestad... ¿En serio quiere saber...?- preguntó la pelirroja.
-Sí, todo...
-Cuéntale tú, Mahidevran- dijo Hürrem mirando a su sultana.
-Bueno...- empezó a contarle todo desde su perspectiva.
Cuando terminó, Hürrem le contó desde su perspectiva.
-Y bueno... eso es todo...
Süleyman sonrió.
-Así que... tú fuiste la que se enamoró primero...- dijo mirando a la pelirroja.
-Sí...- rió.
-Bueno... me encanta la pareja que hacen...
-Gracias, su majestad...- dijo la castaña.
-Ahora... pueden irse... Pero quiero que en la noche, tengamos una cena en familia... ¿Les parece...?
-Claro, su majestad...- dijo Hürrem.
Hicieron reverencia y salieron de allí. Süleyman se quedó ahí sentado, sonrió y agradeció a Allah porque el amor de su vida era feliz con quien amaba.
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Llegaron al jardín y se agarraron de la mano, ya no les daba vergüenza hacerlo, se sentían seguras. Llegaron a una parte alejada, Hürrem agarró a la castaña y la pegó a un arbusto. La besó con cariño, luego se separaron y Mahidevran sonrió.
-Hürrem...
-Dime...
-Te amo...
-Yo también te amo...- volvió a besarla.
Estuvieron un largo rato en el jardín, luego volvieron al palacio.
En la noche, cenaron con Süleyman y con sus hijos.
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Pasó una semana.
Hatice estaba en su palacio pensando en las dos mujeres que habían cometido tal pecado. Pensó si debía pedirles perdón o no. No quería que Süleyman y su madre se enojaran con ella por no aceptarlas tal cual eran, ellos eran lo más preciado que tenía y no soportaría perderlos. De tanto pensar en ese tema, se decidió; iría al día siguiente y hablaría con ellas.
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Ya era de mañana.
Hatice despertó temprano, se alistó y salió directo al palacio Topkapi.
Llegó y fue directamente a los aposentos de Hürrem. Cuando llegó, las criadas le dijeron que no estaba, que se había ido al jardín. Ella fue hasta ahí y vio que estaba con Mahidevran.
Se acercó a ellas con una pequeña sonrisa, ellas al verla hicieron reverencia
-Sultana...- dijeron al mismo tiempo.
-Chicas... ¿cómo están...?- preguntó.
Se miraron entre ellas y luego la miraron.
-Bien, sultana- contestó la pelirroja.