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--Hola, encanto. ¿Te parece bien a las cuatro en el centro comercial? —de su bolsillo saco dos boletos. —Son entradas para ver artesanía, sé que te gusta.

Nayeon sonrió con encanto mientras cerraba su casillero y sostenía contra su pecho sus libros para su siguiente clase.

--Me encantaría, Jungkook, pero hoy no puedo, tengo que estudiar. —ahora su sonrisa era apenada mientras se encogía de hombros.

Jeon suspiro decepcionado y puso su mejor cara de cachorro arrollado.

--Es una pena, enserio quería ir contigo. —suspiro una vez más con obvia tristeza fingida que no noto Nayeon mientras la abrazaba por los hombros y la invitaba a caminar. Esta se dejó sin más. —Pero... si nos ponemos a pensar bien, creo que te equivocas en algo. ¿Sabes cuál es?

--No, no lo sé. —respondió Nayeon realmente confundida.

--Oh, mi querido encanto. —Jungkook paro su caminar para enfrentarse cara a cara con ella y posterior, sostenerle la mano. -- ¿Qué harías sin mí?, ¿eh? —Nayeon rio cuando este beso su mano. —Hablo de tu horario.

Nayeon abrió los ojos con pánico.

--No, no. —se negó en rotundo aun con su mano en él. —La última vez me hiciste perder historia, no volveré a faltar a clases. Solo fue una vez, si se enteran en esta ocasión, me castigaran. ¿Qué le diré a mis padres?

Jeon la callo dándole un beso en la mejilla, haciendo que esta se sonrojara con una pequeña sonrisa.

--No hablo de eso, amor. —respondió con una sonrisa autosuficiente por hacerla sonrojar y que casi lograba su objetivo. —Hablo de que podemos ir a ese evento de artesanía después de tu horario de clases y tu horario de estudio, no creo que eso afecte en algo. Este evento está abierto hasta la noche, hasta puedes ir después a seguir estudiando.

--Oh, Jungkook... eso es demasiado dulce, gracias por considerar mis gustos. —ella hizo una mueca mientras proseguía. —Pero tú no entiendes, tengo que...

--¡Naye!

Un grito paro las palabras de la susodicha, haciendo que ambos voltearan a ver quién interrumpía su conversación en medio del pasillo.

Era un chico mucho más bajo que Jungkook, cara redonda, cabello marrón semioscuro, ropa desaliñada y que no combinaba, y por supuesto, dos tallas más grandes que el tipo pequeño que se acercaba corriendo y sonriendo, como si no tuviera ya problemas para sostener todos los papeles que se le estaban por caer de los brazos.

¿Este tipo porque traía mochila entonces? ¿Y porque carajos llamaba por sobrenombres a su futura novia?

Cuando estuvo enfrente de ellos dos, a Jungkook ya le había comenzado a parecer fastidioso, por el simple hecho de interrumpir una conversación con la chica que le gustaba y por tomarse ciertos atrevimientos.

Volteo a otro lado sin prestarle demasiada atención.

--Tenemos que entregar estos papeles a la profesora de química, ¿recuerdas lo de esta tarde, ¿verdad? —dijo aquel chico con evidente entusiasmo y mirada inocente dirigido a su chica.

Nayeon soltó su mano, dejándolo completamente asombrado, porque la atención estaba yendo ahora a ese espécimen raro y sin forma.

--Lo sé, pero estaba hablando con...-- volteo a ver a Jungkook, señalando tímidamente con los ojos.

El hombrecito abrió mucho los ojos.

--¡Oh! —alargo con entendimiento. —Tu novio.

La cara de Nayeon se tornó roja como un tomate mientras que Jungkook miro fijamente a aquel ser que no paraba de sonreír como si fuera navidad.

ガストンDonde viven las historias. Descúbrelo ahora