3장

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Era jueves, más en específico, al día siguiente, cuando Jungkook decidido aparecerse por pasillos que antes no había recorrido. Y no era para menos, si este pasillo estaba repleto de talleres que a Jungkook no le interesaba, había también salones vacíos donde este podía pasar el rato y no ir a la clase del infierno, pero entonces recordaba la amenaza latente del director, que no le quedaba de otra que seguir avanzando hasta al final, donde se encontraba el taller del demonio.

Ayer, después de clase, demasiado molesto con todo el mundo, decidido ir a por Nayeon y llevarla cerca de la playa, por una zona llena de áreas verdes. Sin esperar mucho, la beso. Menos mal, esta no se hizo de rogar, porque juraba que podía caerse al mar y ahogarse.

Se habían dado besos antes, pero en la mejilla, porque Nayeon era más lenta que un caracol y a este paso Jungkook jamás llegaría a segunda base con ella o esperaría por lo menos 3 años hasta ser novios. Era obvio que quería apresurar las cosas, no estaba dispuesto a esperar mucho.

El beso fue un poco intenso, haciendo que la chica se separara con un sonrojo, pero no se veía molesta. Mas bien le pregunto que le pasaba, Jungkook no quería responder o tener que contarle sus desgracias, así que le dijo que estaba bien y que pasearan por allá.

Después de despejarse un poco, dejo a Nayeon en su casa y luego se dispuso a irse a la suya para tomar unos tragos en el bar de su padre, sin importarle si le faltaba una o dos botellas.

Tal vez esa era la razón por la que estaba de un humor de perros, ya que había vomitado en la mañana y le ardían los ojos como para llevar puesto todo el día gafas de sol, y encima había llegado tarde y lo habían reprochado por ello.

Lo bueno es que no se olvidó el pase para que se lo sellaran y no tener más problemas de los que ya tenía, aunque eso no era un consuelo en lo absoluto.

Entro al salón sin tocar.

Dentro había unos cuantos alumnos, a grandes rasgos podía contar unos 11. Se preguntaba porque había gente que iba a este taller en primer lugar, pero no era su problema. Su mirada se dirigió a una mujer de por lo menos 40 años vestida con una especie de túnica manchada con kétchup mirándolo como si fuera basura andante.

--¿Aquí es el taller de artesanía? —pregunto Jungkook sin saludar.

Podía notar como toda la clase tenía los ojos puestos en él. Probablemente reconociéndolo y si no lo hacía, quedándose impactado por su aura, y para que mentir, candente.

--Es el taller de escultura y buenas tardes para usted también, ¿joven...? —la profesora alargo la pregunta.

Jungkook bufo.

--La misma cosa. Jeon Jungkook, ¿llegue a tiempo?

Sabía que estaba sonando borde, pero no quería perder su tiempo entablando conversación o siendo amable con gente que no tenía el apetito de hacerlo. No es como si quisiera encariñarse o algo, solo quería terminar rápido esta porquería e irse.

--Llegaste justo a tiempo cuando estaba explicando lo que harían hoy. Por favor, quítese los lentes y siéntese... en ese asiento. —señalo la mujer, pero Jungkook estaba ocupado en levantar una ceja por el mandato de quitarse los lentes.

Al final se rindió de llevarle la contraria y los guardo. Tampoco quería empezar su primer día con una pelea.

Dirigió su mirada al asiento vacío en la segunda fila a la derecha y carajo... hoy habría no una pelea, habría guerra sangrienta.

Se dio cuenta tarde que cada alumno estaba sentado en una especie de escritorio amplio en donde se sentaban de a dos y lo materiales se encontraban en una especie de cajón dentro de este. El problema era la carpeta de a dos y el compañero con quien le toco.

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