Ataque

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El timbre de entrada sonó, los estudiantes ya debían formar sus respectivas filas y entonar el himno de su país. Aquellos cantos se notaban forzados, con pocas ganas y esfuerzo. Ya era costumbre pero a los docentes no les agradaba que hicieran eso, así que repetidas veces los detenían y hacían que volvieran a cantar.

Al terminar cada una de las secciones se fueron a sus salones. Pandora traía un poco de sueño, no durmió bien esa noche, pero también estaba muy distraída, esa mirada que le dejó Rafael y esa manera en la que cruzaron la vista, el uno al otro, dedujo que no buscaba a Linda, si no que, la buscaba a ella.

—Bien, buenos días—decía la docente acomodando su bolso y sacando el marcador para marcar la pizarra.

La clase siguió hasta la siguiente hora de receso y el timbre volvió a sonar. Pandora y Esmeralda se fueron al patio y se sentaron a esperar a Linda, las bancas estaban ocupadas por otros estudiantes así que no tuvieron de otra que caminar mientras charlaban.

Merodeando Pandora se recostó sobre la pared de ladrillos y tomó aire. Esmeralda ya la estaba notando muy rara.

—Oye, pasa algo? Quiero decir, últimamente te he notado... No lo sé, paranoica quizá..—le replicaba su amiga preocupada.

—Ahhh.. es.. Rafael, no sé lo he visto muy extraño estos días

—No me digas que aún te gusta

—No, no.. no es eso, yo ya tengo a Linda, y no la cambiaría por nada a pesar de tantas bajas que hemos tenido, además, el es muy mayor para mí sabes?—se acomodaba en la pared cruzando los brazos.

Esmeralda quedó pensando la situación, mirando el panorama volteó a ver hacia atrás y vió a Rafael acercándose.

—Hablando del rey de Roma..

—Oigan, no han visto a Linda?

—No, nosotras también la estábamos esperando, por qué? Pasó algo?

Pandora se rehusaba a hablar, el rápidamente lo notó y quiso intentar saber que le pasaba, a pesar de haberla incomodado anteriormente, intentó hacer como si nada hubiese pasado.

—Mmm.. Pandora te encuentras bien? Te noto muy callada.

Ella simplemente suspiró y le dijo que nada, aún sin verlo a los ojos, no quería cruzar miradas con el de nuevo. El simplemente no prestó atención y asintió despidiéndose.

—Ey espera, a dónde vas? No te quedarás a esperar a Linda?—preguntaba Esmeralda deteniendolo.

—Ehhh... No, yo, ehh.. debo irme, tengo algunas cosas por hacer, pero, si la encuentran me avisan—se alejó sin siquiera dejarlas hablar o al menos aceptar.

El caminó hacia la entrada del Liceo y subió hasta el tercer piso, cuidando de que nadie lo viera se acercó a la puerta de uno de los salones y asomó levemente la cabeza. Vió a Linda aún en clases, frunció el seño y se alejó escondiéndose en los baños.

Cuando escuchó que los pupitres estrujaban por el orden, esperó un poco más, Linda solía salir de última. Finalmente asomó nuevamente su cabeza hacia el pasillo y la vió salir, con los hombros encorvados y la cabeza baja se acercó a ella cuidando que nadie lo viera.

A pesar de que en el tercer piso no suelen merodear personas, aún podría haber alguien. El se acercó rápidamente, la tomó del hombro y la empujó hacia la pared.

—Continuará...

Amor ClandestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora