"Persuadido" [Akagami No Shankusu x Lectora] [4]

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Capitulo cuatro.

"De acuerdo, si."

La castaña con los nervios de punta al estar siendo atentamente vista por el pelirrojo se dedicó a beber lenta y pausadamente el espeso liquido de su copa de vino hasta volver a mirarle a los ojos y alzar la copa en símbolo de brindis.

Shanks alzó una de sus cejas ante el gesto y respondió haciendo el mismo gesto solo que este con una botella.

La resonante música de fondo armó de valor a la castaña para que se atreviese a ponerse de pie e iniciase a mover su cuerpo en torno al ritmo de la música, todo ante la atenta mirada del pelirrojo, quién recorrió con sus ojos el cuerpo de la castaña, siguiendo cada movimiento que hacía.

La castaña le dedicó una divertida sonrisa al pelirrojo. ¿Acaso uno de los cuatro emperadores estaba cayendo ante los encantos de una mujer, sus encantos?

El pelirrojo contempló con fascinación cada gesto que le hacía la castaña con sus labios. ¿Por qué esa mujer se parecía tanto a esa cazadora?

Sus ojos se deleitaron ante los movimientos lentos y pausados de sus caderas, seguidos de sus brazos mientras dejaba mover su cabeza un tanto floja, sin despegar sus ojos marrones de los suyos.

Él tragó saliva antes de verse hipnotizado por el trasero de la castaña el cuál sobresalía aún más gracias al apegado vestido rojo que llevaba puesto.

Para sorpresa del pelirrojo, la castaña se atrevió a deslizar levemente uno de los tirantes de su vestido antes de ser interrumpida por un par de hombres los cuáles le sonreían con morbosidad.

—¿Quieres compañía está noche mujer?— cuestionó agarrándole del brazo.

—¿A cuánto el servicio de una noche?— le siguió cortándole el paso.

La castaña estuvo a segundos de sacar la navaja que llevaba atada a uno de sus muslos pero fue interrumpida por cierto pelirrojo el cuál con una mirada, hizo que esos hombres dejasen de tocarle y hecharan a correr aterrorizado.

—¿Estás bien?— inquirio intentando mantener su acostumbrada faceta de tranquilidad.

La castaña sonrió antes de rodear con ambos brazos el cuello del pelirrojo y acercar sus labios a uno de sus oídos.

—Perfectamente.— le susurró sensualmente antes de alejarse el pelirrojo sutilmente y agarrar su mano.

—¿Que es lo que -

Sin dejarle terminar se atrevió a obligarle a sentarse en una de las sillas y con suma naturalidad se sentó en su regazo.

Un repentino apagón de luces hizo que todas las personas a sus alrededores soltasen una leve exclamación antes de notar que la música seguía puesta por lo que no o brindaron tanta importancia.