🔸Character Two🔸

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▪️Nuevo Amigo▪️

¡Pero no te vayas muy lejos!—. Exclamó Janeth, quien tomaba asiento en una banca junto a su marido.

—¡Si, maní!

Cristina corría hacia el pequeño parque con su muñeca en brazos, miraba a su alrededor para buscar algún columpio solo o cualquier tipo de atracción.

Lo cual era casi imposible porque la gran mayoría de juegos estaban ocupados por otros niños, la menor se acercó a la resbaladilla donde habían unos cinco niños.

—¡Eh! ¿Puedo jugar también?—. Preguntó la menor, captando la atención de los demás.

Una niña de cabellos azabaches la observó de arriba a bajo, su ceño se frunció y rápidamente se negó. Aunque los otros niños que tenía alrededor aceptaron con solo ver la linda apariencia de esa Rogers.

—¡No! ¡Ya está ocupado!—. La pelinegra se puso frente al juego, no queriendo que esa niña se acercara.

Me robas la atención del ganado.

Cristina alzó una de sus cejas con confusión, ¿Qué se creía? ¿La dueña de la resbaladilla o qué?

—Claro que puedo jugar, el juego no es tuyo.

—¡Pero ya está ocupado y hay muchos más que quieren jugar! Así que vete por donde viniste y deja de molestar, mocosa.

La peliceniza se indigno, puesto a que nadie en su vida la había tratado así de borde y grosero. ¡Uhg! ¡Que maleducada!

—¡Hey! ¡No puedes decirme que no puedo jugar! No eres nadie para negarme el acceso al juego, tú no construiste la resbaladilla y mucho menos eres la dueña. ¡Así que quítate y déjame jugar con la resbaladilla!

Los demás niños se rieron por su actitud, pues nunca habían visto a alguien tan segura de si misma para retar a esa molesta azabache. Quién se enfureció y sin ningún tipo de cuidado empujó a la Rogers, dejando sorprendidos a sus compañeros.

Cristina cayó de lleno al suelo, su vestido de lunares se ensució con la tierra del piso. Un pequeño quejido salió de sus labios y observó con enfado a la azabache.

—Uhg, ¿Qué es esta cosa? ¿Una muñeca?—. La azabache tenía entre sus manos a Betty, la tocaba como si fuera lo más asqueroso del mundo.

—¡Hey! ¡Es mía!—. Cristina se levantó del suelo y alzó sus manos para intentar quitarle a su muñeca, maldita vida, ¿Por qué tenía piernas tan cortas?

—¡La que se la encuentra se la queda!—. Alzó su brazo hacia arriba impidiéndole que la alcanzará.

La Rogers menor sintió sus ojos cristalizarse, pero no se permitió llorar por tal acto. Recordando atentamente las palabras de su padre en ese momento.

"—Y recuerda, rollo de canela. Si algún día alguien te llega a molestar recurre al diálogo primero, pero si no funciona... Bueno, tal vez un golpe lo haga reflexionar.

—¡Si, papi!

—¡¡Sebastián!!—. Exclamó enfadada Janeth."

—¿Por qué me estás molestando? No te hecho nada, solo quería jugar con ustedes.

𝕋𝕙𝕖 𝕆𝕝𝕕 𝕊𝕠𝕟𝕘 |BATIM|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora