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Estos dos días pasaron lentísimos. Era miércoles, y me encontraba buscando que iba a ponerme para votar hoy. Hoy era una nominación especial, ya que Santi nos dijo que hoy votaríamos a quienes queríamos que volvieran a la casa.

–¡No me gusta nada!–dije, tirándome dramáticamente a la cama, encima de toda la ropa que ya había sacado.

La única persona que estaba en mi habitación se río y luego hablo.

–¡Cálmese loca!–dijo Marcos con una voz chistosa–A ver, yo te ayudo–se paro de la cama y comenzó a buscar entre mi ropa.

–Uhh, esta es clave–dijo el salteño, agarrando de punta a punta una mini falda negra de jean con palabras amarillas en un lado.

–Me gusta...pero no se con que parte de arriba—dije una vez ya sentada en la cama, mientras miraba todo el desorden y pilas de ropa que había en esta.

Marcos se quedo mirando y analizando la ropa, hasta que estiro uno de sus brazos agarrando un corsé negro.

–¡AHHH! ¡ME ENCANTA!–dije colgándome de él,  con mis brazos en su cuello. Él perdió el equilibrio, y con una mano se sostenía en la cama, y con la otra me sostenía a mi mientras yo lo llenaba de besos por toda la cara.

Me baje y le mostré unas botas negras, asintió y me guiño un ojo, cosa que me derrite completamente.

Me baje y le mostré unas botas negras, asintió y me guiño un ojo, cosa que me derrite completamente

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Termine de cambiarme, estaba bastante conforme (foto al final del cap).

Ya estábamos todos en el living, yo hablaba con Juli mientras Marcos estaba a mi lado, con su mano en mi pierna.

–Sii, creo que es obvio a quien voy a votar–decía ella, sonriendo de tan solo hacerse la idea que Daniela vuelva a la casa.

–Igual–dije yo.

Mire a Marcos y parecía que estaba en otra, miraba la nada mientras sonreía.

–Marcos–le dije pero no tuve respuesta–Marcos–repetí, una y otra vez. Me puse en frente de él haciendo que nuestra cara este a la misma altura.

–Deja de pensar en la otra, bobo–le dije jodiendo.

El me miro y me sonrió, pero no tardo en agarrarme de la cintura y empezar a hacerme cosquillas.

–¿Que otra ni que otra?–decía el salteño riéndose, quien movía rápidamente sus dedos en mis costillas, haciéndome cosquillas, reír, gritar, y pegar patadas.

Marcos esquivaba mis patadas, hasta que me llamaron para ir al confesionario.

Maite, al confesionario por favor.

Una vez que me acomode y me pare del sillón, le saque la lengua y camine hacia el confesionario.

Hola Maite, ¿Como estas?

𝗠𝗲𝘀𝗲𝘀 𝗮 𝘁𝘂 𝗹𝗮𝗱𝗼 || 𝘔𝘢𝘳𝘤𝘰𝘴 𝘎𝘪𝘯𝘯𝘰𝘤𝘩𝘪𝘰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora