Capítulo Diesiséis

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"And it's hard to keep my cool. When other bitches tryna get with my dude"
Streets - Doja Cat

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Capítulo Diesiséis

Dos días después, dos días para el escape

—¡Eres bastante hábil! ¡Pero eres grande y pesado, eso te hace lento!, ¡Golpéame!— le indique a Zart. Quien me lanzó un puñetazo lento, que esquive con facilidad y lo golpeé en las costillas, haciéndolo caer del dolor —¡Levántate! ¿¡Quieres morir afuera?!, ¡Porque es lo que pasará!— se puso de pie, corriendo hecho una furia, me tacleó hasta que mi espalda impactó contra la estructura de las hamacas. Los que no estaban en prácticas voltearon asustados, corriendo a nosotros.

—¡Alto!— les grito Alby, pues todos los entrenados pasaban por la misma tortura, nadie merecía un trato especial. Fui pateando a Zart hasta que mis piernas quedaron alrededor de su cuello, me puse sobre él, picando sus ojos, asustado, soltó un gruñido y trato de quitarme de encima hasta que lo logró, impactándome contra el suelo. Corriendo se puso sobre mí, con sus manos en mis muñecas, a mis costados. Sonreímos, y los expectantes aplaudieron. Se quitó y me ayudó a ponerme en pie.

—Bien, Zart, eres el primero que logra derribarme hoy. Dirígete con Tomás, él te dará los toques finales, hasta mañana— salude. La cosa funcionaba así, pasaban con Alby, quien les decía las reglas de un combate, barra, escape, recorrían con Minho una sección corta del laberinto durante una hora, pero a toda velocidad, después, iban con Ben, que los ponía a partir troncos repetidas veces, hasta que sus brazos se llenaban de venas marcadas, luego, debían arrojar las hachas contra una pared gigante de madera, tratando de acertar a el blanco, que mi querido Gally había construido, conmigo, el toque final de fuerza física, el combate. Por último, Tomás hablaba y reflexionaba con ellos, para ponerles cosas básicas de supervivencia y ejemplificaba la manera de combate de un penitente. Al final del día nos reuniríamos a repasar y rehacer si alguien lo requería —Hola, mi amor— sonreí a Gally, el siguiente en combate, sus brazos estaban marcados, estaba lleno de sudor, estaba rojo de su esfuerzo.

—Hola, cariño— me besó, para después tomar lugar frente a mí en posición de combate.

—Bien, grandulón, reglas del combate— comenzamos a movernos en círculos.

—Soy Capitán, primera regla; no pierdas de vista al oponente, segunda regla; siempre piensa un paso adelante, tercera regla; visualiza las partes débiles del oponente, cuarta regla; esquiva, quinta regla; ataca.

—Serás Capitán hasta que me derribes— le mencioné —¡Atácame!— corrió hacia mí, esquive su primer golpe, pero al huir tomo mi mano y la coloco en mi espalda, me giro rápido y atacó mi estómago, chille de dolor y al zafarme golpee sus piernas, tirándolo al piso —Hijo de perra— me quejé, él se giró y me pateó en los tobillos, haciéndome perder el equilibrio, antes de caer me impulse, volviendo a ponerme de pie.

—Es la ventaja de verte siempre, amor— me guiño, le sonreí e impacte sus costillas, se arqueo y me tomó, aprovechándose de la cercanía, y cayó sobre mí, mientras yo boca abajo, comí pasto —Ser grande y pesado tiene ventajas— se quitó de mí, permitiéndome girar —Te sigo amando— me beso —Perdóname.

—Te amo más, capitán— lo besé.

—¡El que sigue! ¡Muchos besuqueos!— grito Sartén, que era el siguiente.

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—Bien, ¿practicaste lo que acordamos?— Teresa asintió —Bien, reglas.

Catástrofe [Gally y tu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora