Zumo de naranja recién exprimido

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🍊 Zumo de Naranja Recién Exprimido 🍊

- Demasiado elegante, Hannibal. Dime, ¿es por el joven de la cafetería?

Estar casado con un psiquiatra tiene sus pros y sus contras. Pros: poder hablar de los pacientes e intercambiar opiniones. Contras: que te psicoanalice y, si es buen psiquiatra, acierte.

Su esposa Bedelia lo es. Intuitiva, directa en su modo de ver la vida. Una mujer fuerte que no se oculta tras la sombra de nadie, pues brilla con su propio sol.

- Sí. Ayer le invité a desayunar, Bedelia - es tonteria esconder algo inocente -. Prometió devolverme hoy la invitación.

- No es necesario vestirse tan elegante para aceptar un desayuno en una cafetería de barrio, Hannibal. ¿Has pensado en invitarle a cenar aquí?

- ¿Qué pretendes?

- Que seas feliz, como te dije. Ahora no lo eres.

- ¿Lo eres tú, esposa? No llegaste a responder.

- Saluda al joven Will de mi parte, Hannibal - da un beso en la mejilla a su esposo y lo deja a solas en la habitación.

Bedelia siempre sabe. Hannibal, con ella, no va un paso por delante sino dos por detrás. Ha sido así desde que se conocen y, ciertamente, es agotador. Como si no pudiera tener algo propio, algo que sólo le perteneciese a él, pues Bedelia se anticipaba y se lo robaba de algún modo.

Como ahora. Will Graham es su chispa, su empujón diario, y no iba a compartir más que la información necesaria con su esposa. Pero nada más.

Hannibal se da un último vistazo en el espejo, lleva uno de sus mejores trajes. Perfectamente peinado, se sonríe.
Hoy Will Graham se sentará de nuevo a su lado.

(................................)

- Buenos días, Hannibal - le dice dejando su mochila en la silla de al lado.

- Buenos días, Will. ¿Se sienta aquí conmigo?

- Sólo si dejas de tratarme de usted - le responde -. Soy más joven que tú - le señala, sonriendo -. No lo olvides.

- Eso lo veo - Hannibal adora la cara de niño de Will -. ¿Qué te gustaría tomar hoy?

Will le mira y Hannibal aguanta la respiración. Un segundo, dos. Qué ojos.
<<¿Se volverán más azules cuando es feliz, y más oscuros cuando llora?>>

- Ah no, de eso nada. Hoy invito yo, así quedamos. Dime qué quieres y me acerco a pedir, no me da tiempo a llegar a clase.

- Un zumo de naranja... -empieza a cantar Hannibal.

- Recién exprimido y una tostada de tomate rallado - termina Will por él. Deberías arriesgar un poco, Hannibal. Los pequeños cambios son los que marcan la diferencia.

Will se levanta y se coloca en la barra, golpeando levemente con los dedos de la mano derecha la mesa mientras espera que Paola, una de las camareras habituales, le atienda.
Hannibal no le quita ojo. Buen cuerpo, delgado, forma de vestir casual. Will no tiene plancha por la cantidad de arrugas que tiene la camisa que lleva puesta. Su vida siempre con prisa, caótica, a duras penas le da para ponerse algo de ropa y salir.

- Enseguida nos lo traen - le dice cuando se sienta frente a él. Háblame de tí.

- ¿De mí? ¿Qué quieres saber? - pregunta Hannibal.

- Todo lo que quieras contarme en el tiempo que esté aquí. Me interesas.

A Hannibal le da un vuelco el corazón e, inconscientemente, se lleva las manos bajo la mesa y se quita el anillo de casado, guardandolo en uno de los bolsillos del pantalón.
Cuando las coloca sobre la mesa ya no hay rastro de su matrimonio, de Bedelia.
Una mentira que está dispuesto a asumir, y a correr con las consecuencia.

Monotonía (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora