CAPÍTULO 31- La casa de la vieja loca

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POV NARRADOR OMNIPRESENTE

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Después de acordar como funcionaria la misión de esta noche en la casa de la señora Crain todos decidieron que sería mejor esperar a que anocheciera, excepto T/n y JJ que estaban muy ocupados abrazaditos en la cama de ella.

Sarah se había ofrecido para ir a buscar algo de comer, y su ahora supuesto novio decidió acompañarla, mientras Pope seguía repasando el plan y Kie, Kie se había puesto a meditar asegurando que a todos les hacía falta y que las energías estaban tensas. A eso de las tres y media la rubia y el castaño entraron por la puerta con un par de bolsas cada uno.

Nada más oler la comida Kiara fue corriendo a preparar la pequeña mesa que había en el Chateau para poder comer.

Cuando ya estaba todo listo la Kook se acercó a la habitación de la hermana pequeña y llamó a la puerta, pero nadie respondió.

A la tercera vez abrió decidida y cuando vió lo que había al otro lado sonrió a sabiendas de la confesión de T/n y teniendo muy claro que a JJ también le pasaba algo similar. Pensó en cerrar la puerta para que los otros no lo vieran, pero no fue lo suficientemente rápida y la curiosa morena ya se había asomado a ver porque la sonrisa.

—Pero bueno...— al decir eso consiguió que los dos chicos les prestaran atención y se acercaran.

—Me gustaria saber como lo ha hecho JJ para ser perdonado tan rápido— las palabras de Pope hicieron que las dos chicas sonrieran más pero que John B frunciera el ceño.

—Adorables...— susurro la morena —es increíble lo inocentes que parecen ahora.

—Monísimos si, pero...— el pecoso no parecía muy contento —Tenemos que despertarlos.

—¿Pero qué dices?— la rubia hablaba mientras seguía observando como los brazos del rubio se aferraban a la cintura de la chica que tenía la camiseta un poco subida, y parecía un momento tan íntimo que hasta se sentía como si estuvieran irrumpiendo —Mejor dejemosles asi.

—No— él parecía no compartir mucho la idea de dejar a su hermana pequeña ahí, tan agarrada a su mejor amigo.

Tampoco es que fuera algo super anormal en ellos dos, entre comentarios de ligoteo en broma (a veces muy obscenos) y cariñitos de lo más naturales a este punto, esto no era nada alarmante. Pero aun así...

El ancla de un cuerpo hundido (JJ Maybank)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora