CAPÍTULO 32- Discursitos al amanecer

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POV T/n

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Mi padre siempre fue el típico tipo duro, un hombre grande que si no conocías te parecía de lo más imponente. No era el más aplicado a la hora de ayudar a la gente, pero le tenían respeto, al menos a lo que se refiere la parte Pogue.

La gente solía decirle lo fuerte y valiente que era por cuidar el solo de sus hijos. Otros lo tachaban de misterioso o reservado.

Pero todo eso a mi padre no podía darle más igual. Desde que tengo uso de razón recuerdo a mi padre contándome historias de barcos hundidos, tesoros escondidos, y oro, mucho oro.

John B y yo siempre abríamos boca y ojos sorprendidos por esas magníficas historias, y sonreiamos cuando nos prometía que algún día viviríamos al otro lado de la isla, comeríamos salmón todos los días y que para navidad tendríamos todos los regalos que pidiéramos.

Pero nos hicimos grandes, y las promesas se empezaron a quedar como cuentos de hadas.

Al menos para mi, John B siempre le tenía fe.

Y no os voy a mentir, mi padre no dejaba ni un momento para asegurarse de que supiera que él era su favorito.

Siempre trataba a la gente como si fueran inferiores a él y a sus magníficas ideas.

Si le convenías, te utilizaba. Si no le servías de nada, se libraba de ti.

Mi hermano y yo solíamos estar clasificados como "responsabilidad".

O eso es lo que yo pienso.

Hasta que pase a ser un incordio, entonces mi padre solo quería librarse de ese obstáculo.

El día en que me encontré el coche del campamento Kitty Hawk parado enfrente de mi casa, con un hombre hablando con mi padre...

Su cara ni siquiera mostraba arrepentirse, fue como si me estuviera apuntando con una pistola y antes de disparar girara la cabeza a un lado.

El daño fue sumamente profundo, y casi tuvieron que dormirme para llevarme.

Y lo recuerdo, lo recuerdo tan bien.

El ancla de un cuerpo hundido (JJ Maybank)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora