T/N Routledge vuelve a casa, donde pertenece.
Pero no todo es tan fácil cuándo tiene de por medio una gran búsqueda del tesoro, un rubio sexy (que también es su mejor amigo) y la desaparición de un padre que fue muy carbón con ella, entre otras cosi...
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POV T/n
La decepción no es algo que nadie quiera, siempre tratamos de no decepcionar a la gente, cueste lo que cueste.
Algunos cambian de personalidad completamente fingiendo ser quien no son para encajar, otros se pasan la vida estudiando para conseguir una beca y que sus padres estén orgullosos.
Luego está la gente como yo la cual ya ha decepcionado tantas veces a las personas que no me preocupa volver a hacerlo una vez más.
Ver la cara de decepción todas esas veces me ayudó mucho a entender las cosas. Todo lo que esos ojos me transmitían cada vez que me reñía. Esa línea de los labios apretados, el ceño fruncido marcando todas esas arrugas por la edad, cada lento pestañeo, cada golpeteo con el pie que me dedicaba a mi, y solo a mi. Ver su mirada perdida en la incomprensión que le provocaba, la gran decepción que le causaba.
Cuando miraba sus ojos cansados, con ojeras marcadas y barba mal cuidada solo podía pensar que yo no era lo que él quería, él esperaba algo mejor, alguien que entendiera su gran supuesto descubrimiento que nos sacará de la mierda, de la pobreza.
Pero el no se enteraba de que ni para mi ni para mi hermano eso era lo que queríamos o necesitábamos, solo deseábamos que el fuera un padre, un padre.
Y yo solo podía preguntarme ¿porqué? ¿Porque quiso tenerme para luego tratarme así?
El también me decepcionó.
JJ no era muy diferente a mí, creció en un hogar donde no paraban de decepcionarlo y simplemente se ciñó al papel que todos le habían mandado hacer a medida que crecía "teniendo un padre así era obvio que acabaría igual" fue como si le escribieran una lista de quehaceres y el solo los fuese cumpliendo marcando con un tick al lado.
No se que se siente peor, que te decepcionen o decepcionar.
Hemos sido y seremos decepcionados muchas veces.
Esta solo era una más de ellas.
Volvemos a mirar a la pantalla para simplemente ver, nada, absolutamente nada. Ya hemos pasado unas tres veces con el dron y ni pizca de oro.
