CAPÍTULO 3

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Una mujer rubia de baja estatura llegaba a su restaurante ubicado en West Vinewood. Sus empleados ya esperaban por ella, estaban terminando de limpiar las instalaciones cuando la mujer entraba acompañada por un hombre alto de cabello castaño y ojos azules.

Un par de años atrás el local era un club nocturno llamado Eclipse Lounge, pero después de que Maia comprará el lugar paso a llamarse "La Tradizionale". Un nombre perfecto para un restaurante familiar. Ella era fan de la comida italiana y esperaba convertir su negocio en uno de los mejores restaurantes del estado. Sin embargo, pese a sus esfuerzos no veía que su idea avanzará. Además, que las deudas se iban acumulando y temía que pronto estaría ahogada en ellas.

Una vez la pareja paso de la puerta, saludo a los empleados que se cruzaron en su camino, hasta llegar al mostrador, donde su madre, Charlotte Laurent estaba sentada junto a un corpulento hombre moreno de cresta morada. El chico portaba un uniforme de chef y escuchaba la explicación que le daba la mujer sobre algunos aspectos del restaurante.

El joven moreno se llamaba Horacio Pérez, el hermano menor de Maia. Tenía un mes de estar trabajando en La Tradizionale, se había incorporado después de cuatro años de estudiar gastronomía en Francia. Su hermana lo tenía como el segundo al mando en su cocina, debido a que consideraba que aún debía aprender sobre el negocio para poder ascenderlo al jefe de su cocina, pero eso era otro tema.

-Hola madre, ¿aún no ha venido el chef? -.

-Hola Ana, todavía no-. La mujer recibió un beso de su hija en la mejilla y luego fue a su oficina a terminar de arreglarse. -Bueno, ¿continuamos Horacio? -. Dijo con dulzura la mujer a su muchacho. Su hijo asintió y ella siguió con su pequeña clase.

El resto de la mañana paso con total normalidad para los empleados del restaurante. Comenzaron con los preparativos para los platillos que servirían para el almuerzo, se escuchaban indicaciones y risas hasta la caja provenientes del grupo de cocineros. Poco a poco las personas iban apareciendo, como era usual en los últimos meses la clientela no alcanzaba a ocupar todas las mesas del lugar.

De repente dos hombres aparecieron en la entrada del restaurante, eran Viktor y Greco. Dos de los chicos de producción que se habían dedicado a tomar algunas imágenes de los clientes y empleados se acercaron para recibirlos. -Hola chef Volkov, ¿qué tal su viaje? – Pregunto un hombre rubio llamado Eduardo.

-Bien-. Saludo estrechando la mano del hombre quien repitió el saludo con Greco. El otro hombre de producción igualmente los saludo, su nombre era Gastón. - ¿Está todo listo para comenzar? –

-Claro, ayer entrevistamos a la dueña y a sus padres y ya hicimos tomas de los clientes. Si gusta podemos hacer una pequeña reunión con la familia, así puede explicarles cómo va esto-. Sugirió Gastón a sus jefes.

-No, no hace falta, podemos comenzar si está todo listo-. Greco lo observo y este asintió para proceder con la filmación del programa.

-Está bien chef-. Los dos chicos entraron para avisar a Maia que el ruso ya se encontraba en el lugar, les pidieron actuar lo más natural posible. Luego regresaron junto a Volkov, Eduardo le colocó el micrófono en su espalda para poder comenzar con la escena.

Gastón tomo su cámara para comenzar a grabar, mientras que la escena era dirigida y supervisada por Greco en todo momento. La toma comenzaba con la entrada del alto hombre de cabello gris a través del parqueo hasta llegar a la entrada, donde abrió delicadamente las puertas.

Maia lo esperaba detrás de un podio, la mujer al ver al ruso comenzó a reír nerviosa. Volkov esbozó una sonrisa y le ofreció su mano a la rubia en un saludo. - ¿Qué tal? ¿Cómo está? -. La mujer correspondió el gesto, rápidamente se dio cuenta que el hombre frente a ella era poco de andar bromeando. – Disculpe la pregunta, pero ¿con quién tengo el gusto? -. Quedo a la expectativa de la respuesta de la rubia.

Help my restaurant! - VolkacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora