CAPÍTULO 6

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- ¿Me recuerdas por qué iras? – Pregunto un poco molesto Volkov al ver a su amigo buscar las llaves de su vehículo en su saco.

-Ya te lo dije Volkov, no puedo dejar que una estrella de televisión ande solo por ahí. Los Santos tiene su fama, hemos tenido suerte de estar en una parte muy céntrica, pero aun así, no me arriesgaré que vayas ahí con el chico-. Encontró finalmente su llave y camino hasta la puerta del apartamento para salir al pasillo.

-Pero no te acerques mucho-. Refunfuño el chef, se sentía avergonzado de ir con una niñera.

-No te preocupes, iré con Daniel. No nos vamos a aburrir si vamos juntos, ni tampoco te voy a poner en vergüenza con tu conquista-. El hombre castaño sonrió picando a su amigo levantando sus cejas en tono sugerente.

-Él solo está siendo amable conmigo-. Salió de la habitación y se dio la vuelta para asegurar la chapa de la puerta.

-Por supuesto que sí. ¿Estás listo? -. El hombre peligris toco por última vez su pantalón revisando que tuviera todo en sus bolsillos y asintió. Se vistió con una camiseta blanca y unos pantalones cafés con rayas marrones junto a unos zapatos deportivos. Horacio le había indicado ir lo más cómodo posible, pero aun así le surgió la necesidad de ir un poco más presentable de lo esperado.

Ambos hombres salieron al pasillo encontrándose con su compañero de cabello rosa y juntos bajaron hasta el estacionamiento, en el camino Volkov tuvo que ir aguantando las bromas que los otros dos sujetos le dedicaron. Una vez en el garaje, todos subieron al vehículo que Greco había alquilado para el viaje y dejaron al ruso en la entrada del edificio para encontrarse con Horacio. Su amigo de barba se quedaría a un lado esperándolo para salir detrás de ellos.

Viktor no espero mucho, cuando el chico de crestas apareció en un vehículo de color negro. Saludo a los otros hombres desde la ventanilla y llamó al chef para que subiera a su lado. Este llevaba su cresta descubierta dejando ver el tono morado de sus hebras, vestía con ropa deportiva: una sudadera gris y un jean oscuro.

-Hola chef, me alegra que haya decidido dar un paseo conmigo-. El joven sonrió a Volkov. Se le notaba que estaba emocionado.

-Descuida, quiero conocer la ciudad, que mejor que ir con otro compañero de profesión que vive aquí-. Este asintió y se puso en marcha hacía el norte de la ciudad, a pocos kilómetros de su ubicación actual. Ellos estaban siendo seguidos por los productores de Volkov desde otro vehículo tomando un poco de distancia. En el camino el moreno aprovecho de sacar una pequeña plática al peligris para no ir en ningún tipo de silencio incómodo.

Subieron por Vinewood Hills, un barrio conocido por ser la residencia de personas adineradas que vivían en mansiones y casas de lujo, las calles eran bastante estrechas, pero se las arreglaron para subir hasta su destino final. El Observatorio Galileo, un observatorio construido a finales del siglo XIX para hacer la astronomía más accesible para el público en general. Debido a que era después del mediodía, los cuatro hombres se acercaron a un carrito de comida a comprar unos perritos calientes y hamburguesas para almorzar.

Horacio veía con curiosidad las reacciones de Viktor, pero este no hizo mayor comentario al probar el hot dog. Esbozó una sonrisa al sentir la mirada del moreno. - ¿Crees que me pondré a criticar al señor que nos vendió esto? ¿Tan malo crees que soy? -. El chico se ruborizó un poco.

-Perdón, supongo que esperaba que fueras el tipo de la televisión-.

-A ver, realmente mi carácter es bastante tranquilo, pero en televisión es diferente porque cuando me enojo es porque a mi criterio, las otras personas no reconocen que tienen problemas y errores por más que tengan las evidencias frente a ellos -. Se encogió de hombros y continúo comiendo. Sus compañeros les dieron un poco de privacidad al moverse nuevamente al vehículo.

Help my restaurant! - VolkacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora