travesia 1: La muerte

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En un lejano mundo existía una identidad muy conocida por todos, pero también muy
temida por los mismos ya que se decía que se decía que era la misma encarnación del
inframundo en la vida...aunque no estaban equivocados aquellos que la odiaban ya que su
nombre era la muerte.
La hija de dios.

Yo era aquella entidad que sembraba el miedo
Y el terror en los corazones de aquellos aldeanos en donde ella vivía.

No se conoce bien en donde yo vivía o vivo actualmente porque no se ha visto desde hace
muchos tiempos.

Yo era un ser lleno de amor y cariño hacia los demás pero este no era devolvido....el cual la
lleno de una eterna depresión, el cual anhelaba el suicidio pero no podía morir hasta que
todos los seres vivos murieran.

Mi expresión siempre era lúgubre y sin emociones, en su piel blanca tenía cortadas en los
brazos y moretones igualmente, sus ojos eran cafés muy opacos y tenía unas grandes
ojeras que parecía un poco a los ojos de un mapache, el cabello era largo, suave y lacio de
un tono carbón pero estaba sucio y maltratado.
Mi complexión era muy delgada casi llegando a la desnutrición y portaba un vestido negro
largo pero sucio.

Tenía un gran frío, estábamos en invierno.
No me agradaba el frío pero tampoco me gustaba el calor, era más de los climas cálidos ya
que mi piel es algo sensible y se daña fácil.
Estaba dentro de mi casa en la cual vivía dentro de una cueva pero no estaba nada mal
pero tampoco era un buen hogar donde una persona podía vivir.

Estaba sentada en mi cama tocando las heridas de mis manos, eso me recuerda que la
gente es mala y no se merecen vivir pero yo aun así amo a la humanidad sin importar lo
mala que sea conmigo.

Con un trapo mojado limpio mi piel que estaba cubierta de sangre, mi rostro igualmente tenía sangre, hace unos minutos había salido al pueblo a comprar unas cosas para alimentarme pero eso fue una mala idea.

Llegué a un local y me recibieron con la misma cara de desagrado de siempre.

Compre unas verduras para comer...era lo único que me alcanzaba para la semana.

No entiendo que les hice pero no siempre me trataron tan mal como actualmente lo hacen.

Si no estoy mal la gente me empezó a odiar el mismo momento que se dieron cuenta que soy la deidad de la muerte.
Pero yo no escogí encargarlo, cuando nací, mi padre me dio ese mal...aunque no es algo malo.

En los siglos en que he estado en la tierra me he dado cuenta que el principal miedo de la humanidad es ami pero no por la persona que soy sino por el hecho que encarnó a la muerte.

Las personas odian la idea de abandonar este plano existencial tanto así que podrían vender su alma al rey de las tinieblas, muero de risa que los reyes de la edad media ocultaron mi identidad pensando que yo les iba a dar la vida eterna pero yo no soy lucifer y mucho menos satanás.

Tenía mi bolsa de comida en la mano izquierda, iba caminando hasta que un niño se me acercó con miedo e
incertidumbre.

Me puse en cuclillas y le toque la cabeza al niño, no podía no sonreírle al niño.

Ellos no son tan malos como los adultos....lastima que sus corazones sean envenenados por los adultos.

Me hizo una pregunta que me hizo reír en su momento

¿que si yo era una mala persona y amaba ver morir a la gente?

No me dio tiempo de responderte pero tampoco tenía idea de que responderle en el momento.

Se acercaron sus padres a toda velocidad para alejarlo de mí, lanzándome una bola de nieve directo en mi cabeza.

Me gritaron monstruo y demonio.

La Travesía De La MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora