travesía 10: el anillo de la ira

17 2 10
                                    

El anillo más peligroso entre todos, las criaturas más salvajes, los demonios con alto poder de destrucción.

Los lagos ya a este punto cambiaron de ser de sangre a grandes lagos y ríos de lava, con ello el calor se sentía muy fuerte como uno pensaría del infierno.

Estaba sudando un poco.

Astaroth y Belcebu se veían normal, parece como si de aquí fueran habitantes.

—Muerte...parece que tu alma se hizo un poco más fuerte, tu cuerpo se regenere un poco más rápido de los habitual —con suavidad dice Astaroth.

Sin embargo yo la ignore. No tenia ganas de hablar con nadie en este momento, estaba totalmente sumergida en mis pensamientos.

Decidí mejor contestarle cuando ya me lo había dicho una segunda vez.

—¿ y tu como sabes que mi regeneración era débil? Si nunca me vistes con heridas, durante el mes que llevo aquí en el infierno, en ningún momento me vistes tan siquiera sangrar —conteste de una manera algo grosera y cortante.

Astaroth se detiene y se muerde la lengua, su cara estaba llena de desilusión, pena y un poco de verguenza, prosiguió a caminar.

Ya había pasado una semana desde que asesine a Raziel, cada que intentaba dormir veía su rostro en el momento en que le arrebate la vida.

Su voz también me atormentaba, lo escuchaba decirme que era un demonio sucio que nunca recibiría el perdón divino o también como maldecía mi alma y me culpaba por cosas que todavía no pasan.

—acaso será verdad que el perdón divino no existe, ya van varias veces que me lo dicen sin embargo nadie podrá evitar que lo podré obtenerlo, no creeré lo contrario hasta ese entonces, seguiré por el camino del bien hasta conseguirlo —pienso otra vez lo mismo de cada noche.

Sigo aferrada a mi perdón divino pero como lo podré obtenerlo si no conozco cual fue el mal que cometi en realidad.

Todo este tiempo pensé que haber sido tentada por los siete pecados capitales era el mal cometido por mi sin embargo no lo es por las palabras que digo Raziel, ahorita que lo pienso mejor tiene sentido eso, ya que todos cometemos los siete pecados iniciales.

Ellos son la raíz de todos los demás pecados que puede cometer una alma.

La carne no comete nada, es solo un jarrón que sin la alma está vacía e inservible, el alma es que hace que la vasija sirva de algo más que un simple objeto manipulable.

En el camino a la gran ciudad de la ira veíamos manadas de los epidromeís táfon pasando por la zona, nos vieron y nos empezaron a gruñirnos.

Lo raro que es que no se abalanzaron contra nosotros, son poseedores de un carácter ostil.

Llegamos al gran cráter del devorador, aunque en realidad es una fisura del suelo, este grieta se cuenta que tiene una gran profundidad casi en la cual te puede matar al caer, no solo por el impacto uno muere sino también por la gravedad que hay en este lugar.

Todo lo que pasa por encima lo hace caer con un mayor peso y con ello una gran velocidad, causando una pulverisacion de los huesos.

No sabíamos como podríamos pasar por este lugar ya que no sólo es la gravedad también debemos tener en cuenta que posee un gran longitud de varios metros.

Conjuro: armas infernales.

Invoque una daga con una cadena.

La arroje con un ángulo de unos aproximados cuarenta y cinco grados al aire.

Con la gran gravedad que había logró caer al otro lado sin embargo la cadena trono con la gran presión que se sentía en el lugar.

—Muerte ¿por que no usas tus portales? —pregunta Astorath.

La Travesía De La MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora