travesía 14: Amon, señor de la ira

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-Astorath, cuando acabemos con todo esto y recuperemos el grimorio de Muerte, vamos a visitar el cielo para ver si no saben algo de los recuerdos de nuestra amiga -Belcebu observa el techo.

-esa será muestro objetivo pero entonces¿porque debemos seguirla si nuestros caminos son distintos? -cuestiona Astorath.

-principalmente porque ella sabe hacer portales dimensionales....yo no podría llevarlos al cielo, el portal al cielo es muy difícil que un demonio puro como yo lo pueda hacer, si ella batallada....imagínate yo, ella tendrá que estar si es que los recuerdos no pueden regresar a su portador si no está en el lugar, es una posibilidad que debemos tener en cuenta, tal vez no la necesitamos cercas o si -entrelaza sus dedos Belcebu.

-es más por cuestiones de los portales más que nada, pocos pueden acceder al cielo pero ¿por que no le dices a Lucifer que nos ayude?.

-Astorath...el podría hacerlo pero se negaría.

Nos regresamos al plano terrenal, mi cuerpo estaba todo destrozado, sentía ardor en todas las articulaciones, no podía levantarme.

Estaba encima de un gran charco de líquidos míos como sangre y pus.

Baphometh puso su mano sobre mi y empezó a curar mi cuerpo con uno de sus hechizos.

Hechizo: curación.

Un desplandor blanco se hizo presente, las heridas que poseía el cual las cerró todas, no es como si tuviera cortadas sino algo peor como lo puede ser las quemaduras.

Ya estaba curará al poco tiempo....aunque seguía sin energía y tirara en el suelo sin olvidar que los sentidos todavía no los recuperaba, el Hechizo solo restaura el cuerpo más no las energías.

Intente levantarme sin embargo mis piernas no me permitían mantenerme en pie por más de un segundo.

Me quedé inconsciente.

Abrí los ojos al poco tiempo aunque no estaba en el infierno sino en unos hermosos campos llenos de rosas grandes pastizales y una gran xons de cultivos estaba cercas de mi.

Me puse de pie para ver mejor lo que mis ojos observaban, los hermosos campos de trigo, zanahorias y papas.

Un bello lago de cristal, animales que convivían entre sí sin tener que lastimarse entre sí.

Unos hombres se acercaban hacia mi, parecía como si no me vieran...como que yo no estuviera aquí, frente ellos.

Bueno....eso en realidad no importaba demasiado, ya que me encontraba en lo mas parecido al paraíso.

Aunque en ningún lado vi el árbol del edén, el que se contaba que portaba el fruto del pecado.

La fruta que libero la maldad en este mundo.

Sentía un fuerte golpe en el pecho, al voltear al mar se tiño de sangre el agua y los peces que naravan en el se murieron al poco tiempo.

Rápido levante mi vista al horizonte con exactitud y vi a cuatro jinetes montando su caballo.

Se avecinaban hacia este bello lugar.

Cada pisada el equino era extraña, en el suelo dejaban rastro de fuego, plantas muertas, salían los animales considerados plagas y en el último na sucedía nada.

No podía verles el rostro ya que lo tenía cubierto con cascos.

Al parpadear vi todo un infierno en lo que yo podría considerar un paraíso en la tierra.

La vegetación estaba muerta igual que los hermosos cultivos, animales y los humanos que habitaban este lugar que oía a guerra y muerte, olores que por algo se me hacen familiares y un poco dulces.

La Travesía De La MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora