Él siempre estaba con la cabeza en la ciencia, mientras que ella lo tenía a él en sus pensamientos. ¿Cómo podría demostrarle sus sentimientos si la situación era así?
Quizás para ella el amor no era ninguna ciencia ni un gran dilema al que había que...
Caminaba a paso lento de regreso a casa. Había estado todo el día trabajando, cumpliendo con todo lo que le pedían, incluso haciendo trabajos extras que eran de otras personas.
Pasó una mano por sus cabellos, llevándolos por segundos hacia atrás para luego volver naturalmente al frente. Dejó escapar un suspiro que luego fue acompañado por un bostezo, molestándolo.
Miró el camino, notando que ya estaba por llegar. El tiempo se le pasó volando por quedarse pensando en todo lo que hizo, o hasta dejando su mente en blanco por minutos sin notarlo.
Cuando su vista se posó a lo lejos, en una de las pocas casas que seguía con alguna luz encendida, se detuvo. Una de ellas era en la que vivía la mucha que tantas dudas le generaba respecto al amor: _____ Haracic.
Le fue inevitable recordar su hermosa sonrisa o su mirada llena de energía, viajando de un punto a otro. O cada que lo nombraba o preguntaba si iba por su chaleco.
En su mente, se presentó el recuerdo de cuando finalmente la conoció hacía cinco años, a pedido de su progenitora de que le llevara un vestido a la madre de la chica para que se lo arreglara. Aprovechó que estaba de pasada al molino, porque debía ir a ver un problema que decían los vecinos que tenía.
Al llegar, estaba ella que se ofreció a arreglarlo. Su forma tan cálida de tratarlo, lo cautivó a pesar de pensar que estaba cumpliendo con su trabajo de tratar bien a los clientes. Pero a medida que entre más iba, descubría que así era. Incluso _____ le solía preguntar qué tema estaba estudiando actualmente, y él pasaba tardes enteras comentándole de forma apasionada lo leído, al tiempo en que ella hacía su trabajo y soltaba una que otra pregunta.
Apoyó rápidamente una mano en su torso, para comenzar a tantearlo y luego con ambas manos. Tenía que tener una excusa para siquiera ir a verla.
Como pudo, intento ver su chaleco y encontrarle un defecto a pesar de que el día anterior se lo hubiese devuelto la chica.
Pero cuando volvió a levantar la cabeza, las luces ya se habían apagado, provocando que se desanimara y dejara caer sus hombros. No deseaba ir a molestarla si ya se iba a dormir. Probablemente al día siguiente iría.
Él, por su parte, también tenía que ir a descansar, aunque primero prefería quedarse un rato más despierto con aquella ecuación que lo atormentaba.
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—Con razón esas flores...
—Sí... Dijo que regresaría... En verdad que necesito pronto darle la respuesta...
Comentaban ambas hermanas en susurros, estando acostadas en su habitación.
—Ya no pienses en sus sentimientos y rómpelos en mil pedazos.
Volteó la cabeza a la cama que estaba a un lado de ella, viendo a Lyubina acostada dándole la espalda que, a los segundos, giró para verla.
—Sí, ya sé... Mala idea.
—¿Qué se supone que deba decirle en realidad? Mentir de que ya estoy comprometida saldría mal y me preguntaría la razón de no haberse dicho antes— estiró sus brazos a los lados de su cuerpo, notando que tanto decir la verdad o la mentira, le costaba.
—Quizás puedas decirle...
Su mirada regresó a su hermana que se acabó sentando.
—Oh, dulce joven Harvot, tu propuesta me ha halagado— actuó ser una muchacha de la nobleza con sus movimientos y tono empleado —, pero en verdad no. Eres feo y a mí me atraen los hombres con rizos castaños y ojos azules, por preferencia de nombre Nikola Tesla.
—Ajá— trató de esconder lo divertido que le resultaba aquello.
—También que sean altos, con un buen cuerpo y tengan la cabeza entre los libros. Uy, no sabe— se sacudió como si tuviera escalofríos —, me encantan, y por preferencia que se llame Ni-...
No pudo continuar por recibir una almohadazo por parte de _____ que retenía lo mejor que podía la risa de los nervios. ¿Cómo podía atreverse a decir todo eso?
—¿Acaso me equivoco, mi querida hermana?— se reacomodó, sosteniendo la almohada y ahora utilizando un tono ofendido —¿O deseas que siga describiendo a Nikola para que sueñes con él?
—Si tuviera otra almohada, te la lanzaría.
—Pero quiero que me confirmes: ¿me equivoco?— murmuró en medio de una risita.
—No, no te equivocas— negó rendida, también riendo apenas.
—Ya sabía yo que Nikola te parecía que estaba mejor que el pan— sonrió victoriosa, sintiendo a los segundos como una pantufla le era arrojada —. Hermana, no seas violenta conmigo— se quejó divertida.
—Ya basta, no digas esas cosas— dijo avergonzada y con una sonrisa nerviosa. Debía de estar agradecida de que muy poco se podía ver, o su sonrojo se notaría demasiado.
—Bueno, bueno... Sólo para que no me lances nada más.
Ambas se volvieron a acostar, luego de que las cosas de _____ regresaran a ella. Quedaron en silencio unos cuantos segundos, observando el techo.
—Creo que lo que aprendí de todo lo que dijiste-...
—¿Es que amas locamente al "Innombrable"?
—Ya— sonrió con cierta molestia, haciendo reír a la menor —. Es que de tanto palabrerío, podría malinterpretarlo...
—¿Acaso pensaste decirle eso que dije?— susurró sorprendida, apoyándose en un codo para verla.
—Ni en un millón de años. Lo imaginé si fuera una respuesta seria. Tendría que ir directo al punto en pocas palabras.
—Eso suena como una buena idea. Sólo te falta lo más importante: las palabras que usarás— señaló.
—Lo sé... Mañana lo pensaré... Hoy pensé mucho y me duele la cabeza— se volteó para darle la espalda —. Que descanses...
Lyubina se le quedó viendo unos instantes para imitar su acción. Deseaba que su hermana no estuviera pasando por esas cosas, y que Nikola siquiera sintiera afecto hacia ella.
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