Él siempre estaba con la cabeza en la ciencia, mientras que ella lo tenía a él en sus pensamientos. ¿Cómo podría demostrarle sus sentimientos si la situación era así?
Quizás para ella el amor no era ninguna ciencia ni un gran dilema al que había que...
Había trabajado toda la noche en aquel chaleco, y finalmente lo acabó antes del amanecer. Ni siquiera sabía en qué momento había quedado dormida.
Todo su esfuerzo y cariño estaba en aquella prenda que su mirada encontró a los pocos segundos de dejar de ver borroso. Se estiró con cuidado, soltando una pequeña queja. Después de todo, había utilizado la mesa para apoyar sus brazos y cabeza para dormir.
Peinó como pudo sus cabellos mientras soltaba un bostezo. De ahí, dirigió una mano a tomar lo recién hecho. Lo apoyó sobre su falda, acariciando suavemente las costura, botones y tela. En serio le había gustado el resultado, e imaginar a Nikola con él, era aún mejor.
Volvió a escuchar ese ruidito que la despertó, ocasionando que dirigiera la vista a todos lados para descubrir de dónde venía.
Fue entonces que relacionó todo: era el vidrio de la ventana siendo golpeado ligeramente. Ya había llegado Nikola Tesla. Sus ojos se abrieron de a par y en sus labios apareció la sonrisa más grande que podía pintar.
Se levantó cuanto antes con el chaleco en brazos, para salir a abrirle la puerta.
Pero al hacerlo, su sonrisa se desapareció al tiempo en que veía como iba apareciendo en su contrario.
—¿Es para mí?
Se trataba de Marko.
De sus manos tomó el chaleco que trató de recuperar. Estaba sin habla. ¿Por qué había llamado golpeando la ventana? Eso era algo que caracterizaba a Nikola.
—No soy de usar chalecos, pero está muy lindo. ¿Entonces es un-...?
—No— negó seriamente a penas cayó en la realidad —. No es para ti. Es un regalo para Nikola.
—¿P-para él?— preguntó confundido el Harvot, viéndola de pies a cabeza con sorpresa —Oye... Se supone que estamos comprometidos. Por lo menos finge que me quieres en lugar de hacerle regalos a otros— espetó con cierta molestia.
—Marko, no estamos comprometidos. Si tantas veces te he pateado la respuesta, pensé que quizás comprenderías que era más un "no" que otra cosa.
Trató de mantenerse firme.
—A ver, no estoy entendiendo...— colgó la prenda en uno de sus antebrazos, mientras posaba su otra mano en su cabeza —¿Has estado todo este tiempo enamorada de Nikola y aún así, me has estado haciendo dar vueltas alrededor de ti a mí?
—Estas malinterpretado todo, Marko.
La tensión del ambiente se notaba demasiado y de lejos. Incluso el cansancio de la muchacha había desaparecido para finalmente ponerse firme. A la basura la amabilidad; el carpintero frente a ella le arrebató el último grano de paciencia que le quedaba.
—Nunca te pedí que vinieras con regalos. Y te lo dije desde un principio. ¿Tan difícil fue comprender eso?
—Era para poder engañarme a mí mismo, ¿si? Ahí está el motivo que me preguntaste ese día del porqué lo hacía— se adelantó un paso, inclinado su cuerpo hacia la Haracic, que no decaería fácilmente.
Si era necesario, agarraría la escoba que había a unos pasos de ella para echarlo de allí.
—¿Engañarte sobre qué?
—Ahora me estoy dando cuenta de que no negaste que estás enamorada de Nikola.
—Y tú me evitas la pregunta y vuelves a tocar el tema de Nikola. ¿Acaso te gusta o qué?— posó sus manos en forma de puños sobre su cadera, ladeando su cabeza con fastidio.
El silencio entre ellos reinó, sin dejar caer las molestas miradas que se dedicaban. Aquello logró confirmar muchas cosas, y más cuando el muchacho retrocedió un poco, pero aún enojado.
—Ya entederás el porqué no soy normal...— murmuró escupiendo cada palabra.
Las cejas de ______ se levantaron ligeramente por la sorpresa, tranquilizándose por unos momentos. Hasta comenzó a verlo con pena. Ya entendía su desespero por casarse y la presión que debía de ejercerle su madre que probablemente lo descubrió.
Estaba todo más que claro.
—Marko...
—¿Entonces nos casaremos?
—Debe haber otra muchacha en el pueblo que seguro te ayudará en esto.
—No entiendes. Tú por lo menos no has reaccionado exageradamente y te has ido corriendo. ¿Crees que has sido la primera a la que le pregunté?— se cruzó de brazos, arrugando el chaleco —Pero si has sido la primera a la que no le he contado mi situación.
—¿Y cambiaste la historia para agregar que supuestamente te gustaba de pequeño?— miró la prenda con cierta lastima e irritación. ¿Podría tener siquiera un poco de consideración?
—Mira, eso sí es verdad. Incluso ahora me sigues pareciendo tan linda como en aquellos tiempos.
—¿Pero no es que te gustan los-...?
—También— se apresuró a interrumpirla, irritado por igual —. Ni yo me entiendo. ¿Entonces me ayudarás en esto casándote conmigo?
Respiró profundo, cansada de escuchar tantas veces esa pregunta en la conversación.
—Con quien yo me case algún día, será con Nikola Tesla— deletreó con firmeza para que quedara claro, hasta intentó ponerse de puntitas para ganar altura —. Ahora devuélveme el chaleco que es un regalo para quien será mi prometido.
Estiró una mano a tomar lo que le tardó toda la noche hacer. Pero ante su menor movimiento, Harvot se hizo a un lado para evitarlo.
—Vamos, no es tuyo— bajó los brazos a sus costados, para no armar una escena y llamar la atención de los vecinos que recién se estaban levantando.
Comenzaba a sentir sus ojos humederse de la impotencia que le estaba generando la situación. Suspiró con pesar para volver a hacer el intento, pero de nuevo fue esquivada.
—No me mires así si sabrías que mi respuesta no sería la que esperabas— evitó perder la voz, pero seguía recibiendo una mirada que la juzgaba —No, es no, Marko. Entiéndelo.
Su vista regresó al chaleco, que era apretado con fuerza por una mano, mientras que la otra se alzaba para señalarla. Pero antes de poder oír algo de su parte, una espalda apareció en su campo de visión lo cual la extraño.
—Por favor, no le hagas nada.
Era Nikola Tesla.
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