Capítulo 4

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ELIJAH





Me siento cálido.

Mi cuerpo está sumergido en lo más cálido que he sentido en toda mi existencia. Las mantas me envuelven tan cómodamente y el ambiente cálido lo masifica al cien, algo que jamás mi cama king de sábanas de algodón egipsio del mi pent-house de la gran ciudad ha podido ofrecerme. Podría quedarme aquí, acurrucado por siempre.

Una caricia suave recorre el contorno de mi rostro, molestando la placidez del momento. Me retuerzo con la intención de alejarlo y eso ocasiona que la molestia suelte una risa ronca. Un momento. Los eventos anteriores se agolparon en mi mente y, de repente, vuelvo a la realidad y abro los ojos con totalidad. La imagen de Thaddeus recostado a mi lado con la espalda apoyada en el cabecero de la cama me saluda.

Me siento de golpe y las mantas se caen de mi cuerpo.

Thaddeus acarició mi mejilla.

Buenas noches, dormilona.

Alejo su mano de un golpe.

¿Qué haces aquí?

Me quedé dormido después de quedar agotado de propinar golpes en la puerta, amenazar a los hombres que me vigilaban y buscar en cada rincón algo que me ayudara a escapar.

Soñabas conmigo. Dice.

Lo miré mal.

No soñaba contigo.

Te creería si no fuera porque no parabas de mencionar mi nombre.

Era una pesadilla.

Me gusta saber que aún soy parte de ti, Elijah.

Dejaste ser parte de mi vida cuando me fui de la mansión hace años. No te ilusiones, esto no es más que un producto provocado por estar sometido a un secuestro.

Un brillo pasó por su ojos.

Odio recordar cuando te marchaste Dice Thaddeus. Me dolió ver que me dejaras atrás.

Lo dudo Miré a mis alrededores—. Creí que me dejarías con tus hombres.

Thaddeus sonrió.

Fue solo por hoy. Me molesta dejarte al cuidado de otros, pero tuve que arreglar unos asuntos en la mansión. Ya los terminé por lo que ahora soy todo suyo. ¿Tienes hambre?

Claro que lo tenía. No había consumido alimento desde que fui notificado de la muerte de mi padre, y de eso han pasado horas, lo deduzco al mirar por la ventana con protección de hierro. Está oscuro afuera, sin luces a la vista, además de la cabaña.

No. Digo terca. Pero mi estómago eligió el mal momento en contradecirme con un fuerte estruendo.

Thaddeus eleva una ceja.

Al parecer tu estómago dice otra cosa. Puedes ir a cambiarte mientras preparo la comida No me muevo—. Ve a cambiarte, Elijah.

Mi ropa está bien.

Thaddeus repasa con la mirada mi traje oscuro de tres piezas. Es incómodo como la mierda, pero es mi única arma que tengo por ahora. Él va vestido todo de negro. Una gabardina cubre su fino cuello de tortuga y sus pantalones.

Bien Suspira, admitiendo que no conseguirá nada—. Lo permitiré por esta única vez porque entiendo que todavía sigas conmocionada por todo lo que ha pasado, pero cuando regrese mañana, te quiero limpia y vestida con la ropa que dejé en el ropero. Ve a lavarte la cara mientras te caliento la comida.

Debajo De La Carne Y HuesoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora