VII: Reflejos en viejas páginas

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—¡Tienes un manejo del idioma increíble! —exclamó Bridgette, con una admiración falsa que se reflejaba en sus ojos.

Ruby titubeó antes de responder, agradeciendo por la observación de Bridgette mientras intentaba forzar una sonrisa.

—Cambiando de tema, ¿dónde está Sam? No la veo por ningún lado —preguntó Bridgette con un tono amigable, inclinando la cabeza de lado a lado.

—Ella... no pudo venir —respondió Ruby, tratando de parecer casual.

—¿En serio? Tenía muchas ganas de verla —dijo Bridgette con decepción, dejando caer los hombros.

—Seguro pueden verse otro día —sugirió Ruby.

Bridgette movió los ojos de un lado al otro y apretó los labios con fuerza. —Tal vez pueda darte a ti el regalo que tenía preparado para ella.

Ruby se sintió atrapada en un callejón sin salida. Samantha le había advertido sobre las trampas que Bridgette podría tender.

Las otras dos chicas apenas pudieron contener la risa, disfrutando de la incomodidad de Ruby.

—¿Sabes francesa? He notado algo —dijo Bridgette, sonriendo con malicia.

—¿A qué te refieres? —preguntó Ruby, intentando mantener la calma.

—No usas maquillaje —dijo Bridgette rápidamente—, justo como Sam.

Ruby tocó ligeramente sus mejillas, sintiéndose incómoda bajo la mirada crítica de Bridgette.

—La verdad es que no le veo sentido —dijo ella e hizo una pausa corta—. Pensándolo bien, es cierto, nunca he visto a Sam usarlo.

—¿Acaso no ves lo preciosa que estoy? —preguntó Bridgette, alzando el mentón con arrogancia.

Ruby se tomó unos segundos para observar el rosa brillante de los labios de Bridgette y las sombras sobre sus ojos celestes. —Supongo que tienes razón.

—¿Solo supones? Es obvio que la tengo —respondió Bridgette, exaltada—. Bueno, estás de suerte, te ayudaré en tu transformación —dijo con una voz aparentemente serena.

—Gracias, pero no creo que sea necesario... —intentó protestar Ruby, sus piernas temblaban ligeramente de nervios.

Bridgette no había dicho algo particularmente malo, sin embargo, Ruby comenzaba a sentir un miedo creciente. «¿Y si de verdad decide hacerme alguna maldad? ¿Y si decido defenderme y me descubren? O peor, ¿si termino lastimando a alguien?», pensó Ruby, su mente llenándose de posibles escenarios aterradores.

—¡No escuché un no! —cantó Bridgette mientras tomaba la mano de Ruby, arrastrándola consigo.

—Bueno... —dijo Ruby suavemente, siguiendo a Bridgette.

—Riley, Ava, ¡vamos, no se queden atrás! —ordenó Bridgette a las otras chicas.

•••

—Recuerden guardar silencio —dijo la anciana con voz ronca—, no querrán molestar a los demás.

El lugar siempre estaba vacío, y más que de costumbre durante el verano, ¿a quién se supone que iban a molestar?

Samantha y Jason siguieron su camino y pasaron junto a un par de largas mesas vacías rodeadas de repisas llenas de libros. Más adelante los esperaban todos esos maltratados estantes divididos en varias secciones de lectura. Un lugar muy laberíntico y confuso para Samantha.

—¿Cómo se supone que vamos a empezar? —preguntó Samantha, frunciendo el ceño mientras miraba los estantes infinitos.

—Tenemos la sección de fantasía, ciencia ficción, misterio, comedia, terror y muchos otros —respondió Jason entusiasmado.

El puente de Hidden BayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora