2| Presentaciones

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Narra Elizabeth

Estaba tranquilamente en el jardín cuando noté que tocaban el árbol, aquel que llamé Fangor, aquel que servía para avisarme de que tendría visitas.
Rápidamente me coloqué la venda sobre los ojos, haciendo que el tercero se abriera por acto reflejo, para acercarme al improvisado recibidor.

Había tres muchachos allí, observándome expectantes. Un pasamontañas negro y un rostro triste de color rojo dibujado; una máscara blanca con una cara negra dibujada; y unas gafas anaranjadas junto a un bozal era lo que veía de ellos.

—Se ven cansados y algo malheridos, depositen sus armas en el hueco del árbol y pasen —dije, haciendo un gesto de bienvenida con el brazo para que pudieran pasar a través de la protección una vez quedaron desarmados—. Acompáñenme, nos dirigimos a una cabaña improvisada que preparé para ustedes. —Les miré mientras les dedicaba una sonrisa. Iban a pasos cuidadosos tratando de no pisar demasiado el pasto y atentos a cualquier estímulo. Les explicaría la dinámica con el fin de entendernos mejor. Esto era algo nuevo para todos...

Además de que tal vez así les diera la confianza para estar aquí gustosamente.

En breve llegamos a nuestro destino puesto que estaba situado cerca. La cabaña estaba creada meramente de plantas a las cuales, con magia, aceleré su proceso de crecimiento. Espero que las hierbas desintoxiquen las cargas de los recién llegados. Solo hay que ver el estado de los árboles que hay alrededor de Natral para darse cuenta de que algo afecta a su vitalidad y les desprovee de su original color. Tengo pendiente investigar sobre ello para mejorar sus condiciones.

—Acomódense como gusten, este es su hogar en Natral después de todo. Dejen la ropa ensangrentada y demasiado sucia en la cesta. No tendría sentido limpiar y curar sus heridas si van a contaminarse enseguida —ellos hicieron caso—. Por cierto, perdón por mi mala educación, ¿cuáles son sus nombres?

—Soy Masky —contestó el castaño sin su máscara—. Ellos son Hoodie —señala al rubio sin su pasamontañas— y Toby.

—Ticci Toby —le corrige con molestia.

—Es un placer conocerles —intervine, haciendo una pequeña reverencia de cortesía para después volver con lo que estaba preparando. Una vez todo listo empecé a examinar sus heridas con detenimiento.

—No es nada grave, aunque me temo que están acostumbrados a lesiones peores por las cicatrices que he podido observar. Usaré agua solar para su limpieza y desinfección. También ayudará con el proceso de curación —informé para acto seguido separar dicha agua del tarro en el que se encontraba para dejarlo posado en cada uno de sus cortes—. Lo dejaré así un rato, dependiendo de lo severa que sea la herida requerirá más tiempo. Les dejaré más intimidad ese rato a solas para ver a fondo su, por así decirlo, hogar-enfermería. Estaré en el porche.

—Vale —contestó el más alto.

Estuve revisando la vegetación para ver algún rastro sospechoso que hayan podido arrastras de donde sea que estuvieron anteriormente. No veía signo alguno de ello, las flores seguían igual de coloridas y desprendiendo el mismo sutil aroma. Creo que es buena idea buscar cristales para así crear un camino y que el pasto no se dañe debido a las pisadas. En el momento en el que se marchen iré. 

Volví a la puerta principal de la cabaña y llamé. 

—Adelante —escuché provenir de una voz grave. Al entrar noté un ambiente extraño, ¿habrían estado debatiendo? ¿Acaso me tomó tanto tiempo la inspección? No era un asunto de mi incumbencia por lo que pasé a centrarme en las pomadas que les dejé puestas.

—Los rasguños están curados y los cortes abiertos ya casi cerrados —anuncié. Al alzar la vista me topé con sus miradas expectantes—. En breve se podrán retirar y llegarán a su siguiente destino prácticamente ilesos. 

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