3| Evire

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Narra Elizabeth

—Les presento a Evire.

—¿Una cascada con —tic— nombre?

—Tiene unas propiedades curativas asombrosas. Es un lugar espectacular dentro de un terreno asombroso como lo es Natral. ¿Les apetece sumergirse en sus aguas? —miraron con cierta incredulidad —. Tengo la ropa de repuesto en la cabaña —añadí.

—Vamos, no s—tic—seáis nenazas —provocó para acto seguido zambullirse, acción que me causó una risa tímida. 

—Las heridas y lesiones sanarán mucho antes si lo hacen. Teniendo en cuenta que no les apliqué el hungüento... —informé con un tono que intentaba ser de tentación para los que no estaban aún en el agua

Me adentré en la cascada, nadando tranquilamente hasta llegar a una roca que sobresalía, sentántome en ella y quedando solo mis piernas en contacto con el agua. 
Toby iba de un lado a otro, moviéndose cada vez más rápido y con más energía. Ya le estaría haciendo efecto el agua de la cascada.

Los que aún quedaban en tierra se miraron y, tras una corta y silenciosa conversación que supuse que era un debate entre ir o no con nosotros, fueron acercándose.

—¿De verdad este agua tan normal es curativa? —preguntó el castaño mientras iba avanzando en la refrescante agua de Evire.

—¿Acaso dudan de mi conocimiento respecto a la sanación mágica? 

—No, yo...

—Bromeo. Puedo entender la incredulidad de aquellos que son escépticos... Por supuesto que cura, solo miren a su compañero. Tenía el hombro izquierdo dislocado y el brazo drecho roto y miren que ya se mueve considerablemente mejor.

—Quién diría que nos estaríamos dando un chapuzón —dijo irónico el rubio.

—Todo por el bien de sus heridas, ¿no creen?

—¿Cómo funciona el agua de la cascada? ¿Es como el agua solar?

—Sí y no. Este agua de por sí ya tiene unas buenas propiedades. Lluvia y nieve que pasó a través de la tierra y quedó almacenada en el subsuelo sin ningún tipo de contaminación sumado a la carga solar y lunar que tiene además de las bendiciones y la intencionalidad de mis ancestros... Simplemente la hacen magnífica.


Al rato, después de que las manos se arrugaran como siempre lo hacen ante el estímulo continuado del agua, salimos en dirección a la cabaña.

—Y, como han podido comprobar, se han restablecido sus tejidos efectivamente —les anuncié sonriente una vez en el lugar y con la ropa limpia.

—Sí, increíble —secundó tartamudeando.

—¿Cuál era el otro sitio que dijiste que no podíamos ir sin ti?

—Es Shuke, la cueva. Si gustan les enseño otro día. ¿Quieren algo de comer? Nunca les vi probar bocado, solo llegar malheridos y marcharse después de recibir el tratamiento.

—Porque no habíamos venido a pasar el rato —respondió el chico de los tics, recibiendo de parte de sus compañeros un codazo a modo de advertencia.

—Eso se puede remediar. Puedo prepararles algo de comida ahora mismo.

—No, gracias, creo que se está haciendo tarde y tenemos que informar a El Operador de cómo fue la misión.

—Comprendo, en ese caso no les retengo más. Ya saben, vuelvan cuando quieran —les despedí sonriendo.

Una vez los muchachos dejaron atrás el lugar comencé mi búsqueda de árboles para plantar y que sirvan como punto de referencia. 

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