5| Kate

2 1 0
                                    

Narra Elizabeth

Estaba en el porche de Clafo leyendo a la luz del crepúsculo cuando comencé a notar una presencia que no logró reconocer alrededor de Natral. Miré y busqué el origen de esa sensación pero no la vi, mas sí la seguía percibiendo. A pesar de que mi vista no confirmara nada, mi intuición sabía que alguien estaba rondando. Dejé el libro posado en una mesa cercana y me acerqué a Fangor.

—Este es el punto de encuentro. Muéstrate para que podamos vernos cara a cara dialogar —dije elevando la voz lo máximo que mis cuerdas vocales me permitían sin acabar dañadas.

El sonido de unos movimientos atípicos corroboraron esa presencia que todavía era desconocida a mis ojos. Esos ruidos se fueron acercando hasta que apareció una enmascarada. Me miró fijamente con ojos negros de iris blanco y lentamente se quitó la máscara, dejando ver a una muchacha con semblante hostil. Pasaron los segundos, los minutos, hasta que se fue el sol. No perdimos contacto visual en ningún momento. De repente sus ojos cambiaron a unos azules con la córnea típica de un humano común. No solo cambió eso, también el aura que transmitía. Ahora parecía más tranquila. Al percibir el cambio me decidí por hablar.

—¿Viene enviada por Slenderman?

La chica ante mí pareció estremecerse ligeramente ante la mención del ser. Quedó en una especie de trance, a lo que seguí preguntando hasta obtener alguna respuesta.

—¿Es lo que denomináis Proxy?

—Sí —contestó finalmente.

—Entonces me presento. Soy Elizabeth Wytte, guardiana de Natral y vuestra aliada de ahora en adelante. 

—Kate.

—Un placer conocerla, Kate. ¿Qué le trae por aquí? ¿Se encuentra herida?

—No lo sé.

—Ya veo... Pase, por favor. Le comento el protocolo que ya les dije a sus compañeros. Ese árbol se llama Fangor y es un punto de encuentro, un recibidor. Dentro de su tronco debe depositar todas sus armas para finalmente pasar al lugar —expliqué mostrando amabilidad para calmar el tenso ambiente que había entre las dos. Notaba que tenía dolencias, pero si no me decía nada no podría ayudar.

La joven siguió las intrucciones, entrando finalmente al terreno sagrado.

Sentí resquicios de la presencia del ente, lo cual encendió mis alarmas. Sin embargo, no quería ser descortés y dejar ver a la nueva invitada esa preocupación. No era lo suficiente potente como para que no pudiera contrarrestarlo.

—Bueno, Kate. Las piedas que ves en el suelo son para guiar vuestro camino en Natral, además de proteger el pasto de las pesadas pisadas. Si no te importa la prudencia, por hoy solo estaremos en la cabaña. Creo que padeces un mal, ¿quieres que te ayude?

De la impresión comenzó a toser, parando en el camino.

—Kate, te ves exhausta. Sostente a mí para llegar al lugar y que puedas descansar apropiadamente.

Me observó detenidamente hasta que asintió y, sujetada, no tardamos en llegar a la cabaña, donde se sentó en una de las camillas.

—Espero que el lugar sea de su agrado. Si tiene sugerencias para que mejore en algo no dude en pedírmelo. Como no nos habíamos visto antes no le tengo ropa preparada con antelación, pero me alivida ver que no tiene heridas físicas. —Sin embargo seguía intranquila ya que sabía que algo no iba bien y necesitaba ayuda—. A no ser que tenga síntomas en concreto le haré un remedio genérico para los achaques. Es bastante simple de hacer. Los ingredientes son jengibre, agua lunar, men...

En NatralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora