Capítulo 10

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A la mañana siguiente desperté con el sonido del corazón de Alan y sintiendo la calidez de su pecho en mi mejilla. Él seguía dormido cuando puse mi cabeza a la altura de la suya para contemplarme dormir. Era bastante temprano pero el saber que todo había terminado y que hoy iba a mandar el libro y a partir de aquí el resto estaba fuera de mis manos, no me dejaba dormir más.

-Vuelve a dormir- la repentina voz de Alan me asustó y no tardé en sentir como sus manos acariciaban mi espalda y cara, tratando de relajarme para que volviese a dormir- Es muy temprano, hasta para mí.

-No puedo,- empecé diciendo mientras salía de la cama y él suspiraba- saber que hoy termina todo me inquieta.

-Si quieres lo mandamos mañana.

-NO, NUNCA- mi repentino grito pareció asustarle y despertarle a partes iguales.

-Entonces vamos a desayunar y lo mandamos.

Me arrastró hasta la pequeña cocina, y mientrase preguntaba donde estaba cada cosa, nos hizo el desayuno: unas tortitas y café.

Secuestrale y oblígale a cocinarte para siempre, hace años que no comes tan bien.

Ya estábamos terminando cuando Shasha salió de su habitación, con una camiseta y unas bragas, y se quedó como un tomate al ver al castaño junto a mi. Se dió media vuelta antes de que él la pudiese ver.

Volvimos a mi habitación y no tardé en encender el portátil sin poder estarme quieta. Cuando tuve la aplicación del correo electrónico delante de mí con el archivo ya cargado me quedé en blanco, sin saber que escribir o hacer. Al verme Alan me levantó de la silla para sentarse el y después sentarme en sus piernas.

-Primero respira- no sabía que había estado aguantando la respiración- puedes hacerlo, eres una persona que no se deja amedrentar por tus propios miedos, así que no dejes que te hagan perder la oportunidad de cumplir tu sueño.

Le miré y me ayudó a redactar el mail y me dejó darle sola a enviar.

Ya está, se terminó.

Me giré mi cabeza hacia él y le besé. No tardó en corresponderme y colocar una mano en mi nuca, colando su lengua en mi boca.

Solo nos esperábamos los segundos necesarios para volver a coger aire, y luego nos volvíamos a besar como si fuera lo que nos hacía seguir viviendo. Me puse a orcajadas cuando sus manos comenzaron a vagar por mi cuerpo, y comencé a moverme sobre él, rozando nuestras intimidades como aquel día en su casa.

Cuando ya lo sentía realmente duro y yo estaba tan empapada que me costaba no llevar mis manos, o las suyas, a mi intimidad para saciar el deseo, se separó.

-Si seguimos así no voy a poder parar, así que si no quie...- no le dejé terminar cuando ya me había quitado la camiseta, dejando mi torso completamente desnudo, dejándole mudo.

Llevó una de sus manos a uno de mis pechos para acariciar el pezón mientras que el otro era atendido por su boca, haciéndome soltar algún gemido que no podía contener. Levantó su vista para mirarme mientras chupaba y mordía el otro pecho para después levantarse conmigo sujeta a sus caderas, en ese movimiento vivimos a rozarnos, más sensibles que antes, más excitados.

Me dejó suavemente sobre mi cama y antes de colocarse sobre mi se deshizo de su pantalón y ropa interior al mismo tiempo, dejando ver su pene ya erecto. Una vez sobre mi no dudé en llevar una de mi mano a su falo y comencé a acariciarlo de arriba a abajo, acariciando suavemente con el pulgar la punta, mientras él gemía. Mi otra mano fue a su nuca y acerqué nuestras bocas para volver a besarnos.

Se separó de mis labios y se alejó de mí para bajar mis braguitas. Se me quedó mirando unos segundos, así que yo también aproveché para admirarle, y después hundió su cabeza en mi intimidad.

Empezó dejando suaves besos pero cuando le rogué por más entre gemidos utilizó sus dedos para bombear dentro de mi con rapidez hasta que me corrí.

-Dios, Alan.- dije como pude.

- ¿Puedo seguir o prefieres descansar?- su rostro expresaba sinceridad y preocupación. Como respuesta le hice girarse, quedando yo sobre él.

Su cara de sorpresa paso rápidamente a una de placer cuando lo hundí en mi interior, autollenándome, mientras ambos gemíamos.

Me comencé a mover de arriba hacia abajo, el me tocaba, me acariciaba todo el cuerpo. Y mientras nos besábamos, y tras unas cuantas embestidas, ambos llegamos al orgasmo.

Sentí como me llenaba y lo dejé unos segundos más dentro de mí antes de tumbarme a su lado en la cama, agotada. Me atrajo hacia su cuerpo para abrazarme.

-Enhorabuena por el libro.

-¿Ahora lo dices?

-Cariño estaba muy ocupado adorándote como para poder decírtelo.

Solté una risita nerviosa antes de proponerle ir a ducharnos juntos para quitarno el sudor de encima, pero antes de salir la pantalla del ordenador se iluminó por un nuevo mensaje.

Caterina nos felicitaba por haber terminado todo en solo dos meses, juntos, los dos solos.






Fin.

Dos Meses Juntos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora