Capítulo 6

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No sabía que decir después del beso.

Fue por poco tiempo pero besa bien.

Muy bien diría yo.

Nos dirigimos sin decir ni una palabra hasta su despacho, su brazo volvía a estar sobre mis hombros, manteniéndome cerca de él.

Me hizo pasar primero dentro de una sala, su despacho, de paredes blancas con una gran ventana, no era muy grande pero si espacioso. Antes de poder continuar con la inspección de su despacho habló.

-Siento si lo de antes te ha molestado y entendería que quieras irte a casa y continuar haciendo las cosas vía email, pero no me arrepiento de nada.

-Yo tampoco me...- susurré sin poder verle a los ojos por la vergüenza.

No pude continuar cuando sentí sus labios otra vez sobre los míos, besándome con pasión, sus labios eran suaves, ni muy finos ni muy gruesos, eran simplemente perfectos para los míos. Llevé mis manos a su cuello y el colocó una de las sillas en mi cintura y la otra en mi nuca, acercándome más a él y unos segundos más tarde me separé para volver a coger aire.

Alan se aclaró la garganta antes de hablar.

-Deberíamos empezar, antes de que se nos eche el tiempo encima.

El que quieres que se te eche encima es él.

Me sonrojé y asentí.

Colocó otra silla al lado de la suya frente a la pantalla del ordenador y me indicó que me sentase allí, así, como el me explicó en ese momento, podría estar en su ordenador contestando a los mails y rellenando los documentos atrasados y al mismo tiempo estar al tanto del libro.

Estuvimos casi tres horas trabajando, cada uno en su ordenador, mientras compartíamos miradas de reojo y pequeñas sonrisas, cuando tocaron a la puerta. Alan no tardó en ponerse recto y tensar los hombros antes de avisar a la persona de detrás de la puerta que podía pasar.

La puerta se abrió y un chico flacucho y que no paraba de temblar entró.

No estuvo allí mucho tiempo, le dejó unos papeles a Alan, quién estaba más serio de lo que nunca le había oído o visto, y se fue lo más rápido que pudo.

-¿La gente suele actuar así contigo siempre o solo son mi imaginación?

-¿Así cómo?

-Serios, nerviosos, y que te miran sorprendidos cuando te ben siendo amable con alguien.

-Ah eso, si siempre son así, digamos que no suelo ser como me ves.

No supe que contestar, esas palabras me habían dejado un poco de piedra.

-Deja de darle vueltas y vamos a seguir.- yo seguía sin moverme y él se giró completamente hacia mí y me dió un muy breve, para mi gusto, beso, haciéndome reaccionar- Venga que si terminamos antes de las ocho te invito a cenar.

No tuvo que decir mucho más para que me pusiese a trabajar. Con dos razones para terminar rápidamente:

1. Nunca le digo que no a comida gratis.

2. No me voy a negar a pasar más tiempo con él.

Dos Meses Juntos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora